martes, 29 de octubre de 2019

AVANZA EL ENEMIGO


Resultado de imagen para avanza el enemigo



Este post es de un amigo, en un tiempo periodista acreditado en el Congreso, ex compañero de laburo, y a pesar que tenemos nuestras diferencias le reconozco la enorme capacidad para redondear ideas y exponerlas afuera o adentro de su marco ideológico. Eximio guitarrista ( no es ironía) me da asco polemizar-discutir-intercambiar ideas con el en persona: el muy hereje no rinde culto a Baco y sin su ayuda puede hablar horas. Aquí, a continuación, su mas reciente post.

ELECCIONES 2.019: AVANZA EL ENEMIGO, A PASO REDOBLADO.

Hubo en nuestro pais varios experimentos de neto corte conservador, liberal y/o neo liberal.
Alsogaray con la Unión de Centro Democrático, Manrique con el Partido Federal, Cavallo con Acción por la República...
Todos tuvieron su minuto de fama. Pero fue eso, nada. Todos siguieron el triste y previsible destino de una enana blanca. Perder brillo y morir. 
A esta galería de terror descripta dos párrafos arriba se podrían sumar gobiernos como los de los militares genocidas con el ministro de economía José Alfredo Martinez de Hoz (tataranieto del primer Presidente de la Sociedad Rural, a quien Roca beneficiara regalándole miles de hectáreas arrancadas a los pueblos originarios merced a la campaña -matanza- del desierto) el de De la Rua y su fugacidad, y el de Menem.
Pero prefiero no incluírlos, en el caso de los militares porque no fueron votados y, en los otros dos casos, porque no se presentaron como candidatos conservadores. Traían el sello de partidos tradicionales y engañaron al electorado.
Pero esta vez es distinto. El PRO, si bien vendió espejitos de colores, si bien se alió (formando Cambiemos) con los restos mortales de uno de los partidos tradicionales de la Argentina, no ganó, en 2.015, mostrándose como un partido político popular, ni mucho menos. Y esto quedó demostrado en los hechos cuando, una vez en el gobierno, implementó políticas de claro sesgo neo liberales, tanto en el ámbito doméstico (terminando con los subsidios a los servicios, permitiendo y prohijando enormes ganancias de los bancos y de las multinacionales que operan en nuestro pais, incentivando el monotributismo para achicar el número de trabajadores en relación de dependencia, y mil etcéteras) y en el internacional, sufriendo el bullyng al que lo sometió Trump, aceptando a la "embajadora" de Guaidó, y también varios etcéteras.
No valoro (hasta acá) si esto es bueno o malo. Es lo que, objetivamente, sucedió.
Esa alianza, devenida luego en Juntos por el Cambio, tras cuatro años de demostrar que no le interesa el destino de los pobres ni de los indigentes (que cada minuto que pasa son mas) aprovechando el odio que siempre el establishment le inculcó al pais contra el peronismo, obtuvo ayer un 40% de los votos.
Por primera vez en la historia de nuestro pais, un partido político neo liberal conservador, a cara descubierta, no sólo es capaz de ganar una elección si no de, aun perdiendo, obtener 10 millones y medio de votos, de los cuales, cabe acotar, 10 millones no fueron beneficiados por este gobierno.
Si a esto le sumamos que Gomez Centurión, con NOS, obtuvo 450.000 votos y Espert, con Unite, 390.000, (olvidemos al electorado de Lavagna por su tibia hibridez) tenemos que unos 11 millones y medio de argentinos (casi todos sufriendo el síndrome de estocolmo) son abiertamente de derecha.
El 40% es un piso muy alto para reconstituirse con vistas a 2.023. Sea con Macri, con Rodriguez Larreta, con Vidal, o con quien fuere a la cabeza, las posibilidades de que estos ricos pro-ricos vuelvan dentro de cuatro años, son enormes.
Para colmo, esa gran mentira, funcional al capitalismo, de que la alternancia fortalece la democracia, contribuye a esta posibilidad. 
La verdad es que no hay nada peor que la alternancia. Cuatro años marchando hacia el norte, luego llega otro gobierno y entonces cuatro años dirigiéndonos al oeste (o, peor aun, al sur) y, en síntesis, no avanzamos jamás. Y esto que digo sobre la alternancia no es una opinión si no una observación de lo que ha venido sucediendo a lo largo de nuestra historia.
Para colmo, esa alternancia es entre el centro y la derecha. Con democracia o sin ella.
Nunca el pueblo, harto de lo que sucede, huye hacia la izquierda. En su tarea de ahuecar cerebros, el capitalismo es impecable.
El enemigo viene ganando terreno. Habrá que pensar seriamente en preparar las valijas para dentro de cuatro años. O antes. Se hace difícil pensar que nuestra existencia transcurre rodeada de once millones de personas que saben odiar antes que pensar. Y, en mi caso, no dispongo de once millones de balas. Así que iré gestionando visa y pasaporte para otro planeta.


domingo, 8 de septiembre de 2019

NO SABE / NO CONTESTA

Imagen: Andres Macera
¿Quién es esa persona que trabaja en la calesita de la plaza y que siempre elige la música más grasa, la más monotemática, la más vulgar? ¿De dónde salió ese que trabaja en el bar de la esquina que a la hora de elegir un canal de televisión pone el que destila odio, el más idiotizante? ¿De qué está hecho ese cómplice de las cosas feas, de las peores ideas, de lo que está más a mano, de las modas más horribles? ¿Por qué repite como loro que no cree en nada, que a él la política no le interesa, que no es de ningún partido?


Me juego la cabeza que es el que en las encuestas aparece como No sabe/No contesta. Los han llamado mayoría silenciosa o idiota útil. Es ofensivo, pero ellos no se ofenden porque no se enteran. Por lo general, no se enteran de nada que no los afecte directamente: una contrariedad personal, una injusticia que se agita sobre su cabeza. Más allá: NS/NC. Tampoco sabe que es cómplice de las porquerías, de las modas. No se vale de esas categorías. Le da lo mismo un reggaetón de dos notas que una de Charly, un presidente que defiende a los suyos que otro que los ataca. Si se lo cuestionás te va a mirar con cara de "no entiendo".
Son descendientes de los que estaban en la caverna de Platón y que, cuando les vinieron a avisar que todo el tiempo estuvieron viendo sombras, se negaron a creer. De los que se apuraban a quemar mujeres porque les decían que eran brujas, de los que tiraban piedras al grito de herejes a los que iban a ser quemados por la Iglesia. De los que votaron a Hitler porque decía las cosas a los gritos, como con energía, como coucheado.
No es necesariamente malo. Está cortado por esa tijera, es todo. Viene de una familia así o ha sido educado así. Y no le ha sucedido nada que lo obligue a salir de su imparcialidad. Él cree que no interesándose por lo que lo rodea deja al mundo en offside. A menudo se cava la fosa solo. A veces la historia lo pone en el lugar del que tuerce el destino para el lado de los buenos, pero no sale a cobrar lo que le corresponde porque no sabe que le corresponde.
¿Sabrá que así cómo él nos castiga con la música del bar y nos transforma en sus objetivos, él es el objetivo de otros? Quiero decir: de los que le venderán porquerías, humo, de los que lo llevarán a votar contra sus intereses. Habría que avisarle (si lográs que te escuche) que desde hace tiempo es el target del capitalismo y de los proyectos políticos que se nutren de lo que se mueven por ideas sencillas: colores, simbología barata (un perro en el sillón presidencial, un bailecito en el balcón, sonrisas de cartón).
Mayoría silenciosa. ¿Son en realidad mayoría? Debe haber muchos estudios sobre esto. A veces están dentro de nuestra familia, de nuestro círculo de amigos. Y quizá en algún momento nosotros fuimos o nos comportamos así. No es fácil detectarlo porque no manifiesta adhesión por nada de forma categórica. No es exactamente argentino, aunque también lo es. Está en todos lados. Es como una especie de plaga, como la rosa mosqueta, que crece donde lo dejás, y ya no lo podés detener.
¿Podría llegar a rebelarse? Difícil que el chancho chifle, porque no está ideologizado y suele no estar sindicalizado. Pero quién sabe. La revolución de los desclasados, los que son timados a diario, podría darse. ¿No es eso acaso la revuelta de los chalecos amarillos en Francia? ¿No es acaso gente cansada, no se sabe bien de qué, que en algún momento sale a la calle a romper cosas? ¿Son revolucionarios? No, están buscando algo impreciso. Una vez que lo logren, volverán a sus casas. Los indignados, los caceroleros, los chalecos amarillos, los "que se vayan todos", se diluyeron en conquistas parciales, o en el cansancio que da rebelarse. Si se rebelaran todos juntos, agarrate Catalina, pero es imposible que suceda. Aunque...
Se dice que esos grupetes son de derecha. No lo creo. Viran a la derecha porque la derecha les habla en su idioma, nunca de ideologías, sí de globos, con gritos, con reclamos sencillos, con xenofobia. Porque los NS/NC no son xenófobos, hasta que lo son y quizá dejan de serlo por los mismos flacos motivos. No creo errarle un centímetro si digo que si una crisis (por lo general económica) no los saca de su letargo, lo único que sabríamos de la mayoría silenciosa es que consumen. Los veríamos llenando shoppings, supermercados, de turistas. En la Europa del estado de bienestar poco se podía decir de ellos. No sabían, no contestaban. Engordaban. Si no era obligatorio votar, rara vez votaban. Hasta que el estado de bienestar se esfumó y salieron a pedir, no se sabe bien qué. Cosas. Curiosamente, empezaron a influir en el destino de los países. Pusieron a un Bolsonaro y a un Trump en el poder, por ejemplo. Y capaz que mañana los voltean. ¿Por qué? Vaya uno a saber. Porque otro flautista de Hamelin toca otra melodía.
Son más bien de aspecto anónimo, escurridizos. Del populacho, o de la clase media menos fotogénica. Les gusta lo que está a mano: la música de la primera radio que encuentran, un candidato elemental, el canal de televisión que ya está puesto. ¿Eligió el sistema dejarlos a oscuras para que no jodan? ¿O de tanto ponerlos en el lugar de los consumidores se olvidaron de ellos hasta que se volvieron una fuerza en sí misma? Uf, qué pregunta. Debe haber sido una mezcolanza hasta que se volvieron imprescindibles. El asunto era movilizarlos. Hubo que crear nuevas estrategias. Pero los que NS/NC no son sencillos de arrear. Hoy los arreás con la frasecita "sí se puede" y mañana la frasecita no les dice nada. Todo un misterio. No tienen conciencia social, pero no deja de ser una fuerza social. Ni el mercado ni la política pueden prescindir de ellos. ¿Qué los motiva? Supongo que lo que a todos: una buena vida, la familia, algo de paz. Nunca se sienten responsables porque no lo son. Lo son por omisión, pero eso no cuenta porque ellos, justamente, no hicieron nada. Y si les preguntás, dirán NS/NC.

domingo, 28 de julio de 2019

MINISTERIO DE LA VENGANZA

Creo que la broma del Ministerio de la Venganza la puse a circular yo. Tengo de testigos a miles de amigos virtuales que usan nombres de fantasía, fotos de Maradona en sus perfiles y mienten con la edad. Todo comenzó hace más de un año, un domingo de lluvia, fútbol codificado que no puedo pagar y la cuenta del gas en la mano. Ahora entiendo que fue una broma pero a la vez no lo fue, como dándole la razón a esa tontería de que todo chiste tiene algo de verdad. La broma era una manera de escapar de las garras de dos males contemporáneos: ser políticamente correcto y la censura de los bienpensantes, de los que no dicen lo que piensan pero que además te enseñan a vos lo que debés decir, pensar y hacer. Ya para censores están los hijos de puta de siempre, los medios, los dueños de las redes y la RAE.Pero ya sé que "la venganza nunca es buena, mata el alma y la envenena", como decía ese pensador contemporáneo que es El Chavo. No es buena porque la desea generalmente aquel que ha perdido, y perder no es bueno. Y porque equivale a odiar, que tampoco es bueno. Ahora, el sentido de esta nota es tratar de entender por qué tanta gente se plegó a la idea y festejó la broma. Y ver qué esperan ellos y yo del futuro. Porque lo curioso es que la incorrección política de la broma, su menefreguismo chiabrandista, involucró inmediatamente a muchos que, como yo, no desean ser educaditos, pero que sobre todo no desean seguir ocupando el lugar del que recibe los palos en el lomo. Están, igual que yo, un poquito hartos, por ser suave.
Todos sabemos que nosotros (cada uno sabe a quién me refiero) tenemos la obligación de ser mejores históricamente que ellos (cada uno sabe), siempre, no importa cuántos muertos tengamos que poner, ¿no? Todo un desafío, eso de poner la otra mejilla todo el tiempo. Podríamos llamarle el síndrome Lennon: pregonar el amor para morir de odio.
Ahora, ¿por qué no vengarse de los que se están vengando en nosotros? Si venganza es lo que el mundo financiero organizó ante esa mínima cuota de independencia que logramos con el kirchnerismo. Y venganza es la que ejercerán nuestros chetos cada vez que puedan. Es así desde la campaña del desierto, como mínimo. Lo tienen en su ADN. ¿Cómo defendernos, entonces, de ese odio desmesurado, asesino, de ese deseo de venganza de carácter global que martiriza siempre a los mismos?
Ya sé que la respuesta no es la venganza sino es la justicia, tonto no soy. "Hay que apelar a la justicia, Chiabrando, dejate de joder con esa broma del Ministerio", me dirá usted. Pero, ¿es que siempre hay una justicia a la que apelar? ¿A qué justicia se encomendará ese pobre negro que se hunde en el Mediterráneo junto a su familia? ¿En qué pensará mientras muere? Yo creo saberlo: en vengarse. ¿De quién? Del que lo puso ahí, aunque no tenga cara, o tenga mil caras.
En lo que a los argentinos respecta, es difícil decir que la justicia es la panacea a tanto dolor cuando está privatizada por esos mismos que se vengan en nosotros. Usan la justicia, es decir la probable solución a nuestras frustraciones, ¡también para vengarse de y en nosotros! ¡Nuestra solución se transforma en un arma para ellos! Es para enloquecer. El mundo según Escher. 
Habrá que ser muy imaginativos en el futuro, entonces. Habrá que crear anticuerpos. Inventar nuevas herramientas, aprender a usar las del enemigo, como los nativos americanos aprendieron a cabalgar los monstruos que traían los conquistadores. Porque mi impresión es que esta justicia privatizada no sirve, y que el amor y la política ya no bastan para enfrentar ese odio y el deseo de venganza del enemigo, además de su tremendo poder de fuego. Aunque baste alguna que otra vez, claro. Y es probable que ahora, en esta coyuntura, baste.
Ya sé, querido amigo, que no se puede construir políticamente desde el odio (qué curioso, ellos lo hacen), sé también que la justicia, por pocas respuestas que dé, y la mayoría de las veces tardía, está para darle algo de paz al que perdió trabajo, familia, cuando no la vida. Y quizá como individuo yo tenga derecho a querer venganza. Pero que como colectivo seguro que no lo tengo. El mundo ha dado muchas vueltas sobre sí mismo como para seguir creyendo en la ley del Talión, en el ojo por ojo. Aunque es evidente que no ha dado las suficientes vueltas si la justicia que reemplazó a esta antigua ley, despoja siempre a los pobres.
Lo que aprendí con esta broma es que si la respuesta a toda esta bronca es la justicia, entonces la política, los políticos, los dirigentes del futuro, deberán buscar la forma de darles -a todos los argentinos que desearían vengarse en quiénes se vengaron en ellos- una respuesta real. Es decir, justicia, pero justicia de verdad, verdadera justicia. ¿Se entiende? La consigna sería: queremos venganza, pero aceptamos a cambio justicia verdadera. Quizá la venganza sirva para pensarla y no para ejercerla. Pensarla calma, ejercerla nos transformaría en monstruos. Y monstruos no somos. Eso deben haber sentido las víctimas de la dictadura y de tantas guerras que no ejercieron ningún tipo de venganza sobre los victimarios. Pero tampoco sirve poner la otra mejilla, porque el enemigo (aunque le llamemos contrincante, es el enemigo), te la va a moler a golpes. Es un enemigo que busca aniquilarte, simbólicamente y en la carne, en la vida. ¿Puede un país, la parte más pobre y más castigada, seguir poniendo la mejilla hasta que quede en carne viva? Porque si ponés una y otra vez la mejilla no te quejés después de los golpes. Habrá que generar más anticuerpos, de los conocidos y de los nuevos, usar la imaginación, ser mejores también en eso. Uff… una epopeya.
En cuanto a mi broma, muchos amigos me la han festejado mientras que otros la han llamado una tontería. Ambas cosas deben ser ciertas, porque como dice el chiste, tantas moscas no pueden estar equivocadas. Creo que hasta Alberto Fernández ha debido aclarar que no habría Ministerio de la Venganza. Traducido: no habrá Ministerio de la Venganza por más que muchos argentinos sientan que debería existir, lo que equivale a decir que la broma del Ministerio es un sentimiento a flor de piel, popular, arraigado y representativo de lo que sentimos muchos argentinos hoy: bronca de la buena, mucha bronca que no se calma así nomás, que no se contenta con promesas de paz y amor y de cerrar la grieta, algo que todo sabemos que es imposible. Y es imposible porque aprendimos (una vez más, y espero que para siempre) que ellos se vengan en nosotros a la primera ocasión.
No hay inocencia (quisiera que no la haya) en ninguno de mis planteos. Son caminos que están ahí. En uno de ellos nos internaremos en breve. Si gana la opción nacional y popular, habrá un intento de pacificación, supongo. Si ganan ellos, habrá venganza sobre la venganza. Y no digan que no les avisé. Habría que aprovechar la oportunidad para pensar también si el odio no es más contagioso que el amor y por qué.
Y habrá, además, otra batalla cultural que deberemos dar puertas adentro: ¿Qué haremos con los chetos que traicionaron a la patria, mataron por la espalda y se burlaron de la memoria y de las familias de los marinos del ARA, entre otros horrores? ¿Justicia? ¿Cuál? ¿Sumarlos a la reconstrucción del país? ¿Por qué? ¿Caminarán entre nosotros, enriquecidos hasta el asco, como si no hubiera pasado nada? Aclaro que, de ser necesario, yo puedo compartir un espacio con alguno de ellos, y puedo compartir un proyecto si es lo mejor para la mayoría. Pero no me pidan que olvide lo que son y de dónde vienen. Ni que perdone con la facilidad que ellos no tienen. No dejen que me vengue. Pero no dejen que olvide. Por favor.

domingo, 5 de mayo de 2019

EL QUE NO APRENDIÓ, SE EMBROMÓ

Época pródiga en enseñanzas ésta. Están ahí, al alcance del celular o del control remoto. No me refiero a las obvias. Me refiero a otras que están también ahí aunque no sean tan sencillas de ver. Y así como el renacimiento nos dio la noción de la perspectiva y a partir de allí todo se miraría diferente, esta época nos enseña cosas de mucho valor, tanto que definen el hoy y el futuro. El que no las aprende, se embroma.
No es exagerada esa analogía con la perspectiva. Porque las enseñanzas a las que me refiero son así de revolucionarias (perdón por la palabrota). El verdadero perdedor (entre perdedores), de esta época será aquel que no entienda que el mundo se mueve con nuevas reglas de juegos, nuevas armas que están apuntadas contra nosotros. Usted y yo somos los objetivos y los que deberíamos entenderlo rápido. El resto, ya se sabe: negadores seriales, cómplices o bien los que no se enteran de nada.
"Las mujeres de derechas son mucho más bonitas que las de izquierda y no enseñan los pechos para protestar, tampoco defecan en la calle…", dijo el hijo de Bolsonaro luego de la movilización Ele Não.  Esas palabras lograron que la intención de voto hacia su padre creciera, aseguran, entre cinco y ocho puntos. Ese insulto hizo, además, que un triunfo popular, una movilización categórica, una defensa del "lado progresista de la vida", se volviera una derrota, un arma que se disparó por la culata.
Si hubiera que resumir yo diría que habría que volver a aquella consigna de Einstein y decir que todo es cada vez más relativo. Relativa la verdad, relativas las ideologías, relativas las ideas y, sobre todo, relativa las palabras. La palabra, una de las patrias del  hombre, está bajo fuego, demediada, desvalorizada a niveles inimaginados. Eso no es lo peor. Lo peor es que esto nos obliga a desaprender parte de lo que sabemos, a dejar de confiar en viejos dogmas y paradigmas, creados y sostenidos a partir de, justamente, la palabra.
El que no aprenda a leer entre líneas, a leer el vacío, será el analfabeto del futuro, por muchos libros que atesore. Lo bueno (entre lo malo) es que las clases son gratuitas, libres y abiertas. No sólo las puede tomar cualquiera sino que las tomamos aún sin querer. El desafío es reconocerlas. El siguiente desafío es crear anticuerpos. O aprender a vencerlas.  
¿Y qué hacemos con los saberes tradicionales, Chiabrando? Quizá habría que pasarlos por el tamiz de esta época, de estas estrategias. Y usted me podrá decir que estoy equivocado porque por estos días estamos asistiendo al triunfo de la política tradicional por sobre el marketing y las nuevas estrategias, y yo le respondo que sí, pero para que eso sucediera fue necesario destruir un país y empeñar su futuro. Y los ganadores son los que entendieron mejor y antes que el mundo había cambiado. Es parte de la enseñanza que hay que asumir.
El que no encara el futuro habiendo aprendido estas cosas será el nuevo idiota útil, un títere ante fuerzas que nunca llegará a comprender y menos a neutralizar. Se parecerá a nuestros padres o abuelos que vivieron como si el trabajo fuera la vaca sagrada del sistema hasta que les mataron la vaca, los obligaron a mirar como otros se la comían mientras ellos se quedaban con el mugido, lo único que se desperdicia, decía mi abuelo.
Negar todo el tiempo, mentir todo el tiempo, culpar a otros todo el tiempo, ya no son desviaciones ni tropiezos. Son discursos o estrategias de hoy, avaladas por una parte de las academias, de los medios, de los periodistas, de los intelectuales, de los periodistas. No solo es una infantilización del discurso sino, sobre todo, del receptor, usted, yo, los que debemos aprender, y ya.
¿Puede alguien escribir un libro totalmente falso y seguir apareciendo en la televisión contando supuestas verdades? Sucede todos los días. Ya nadie paga por mala praxis. Se miente, no importa. Se dicen tonterías, no importa. ¿Discursos y plataformas? No, mejor bailar. ¿Puede un grupete de nenes de mamá quedarse con un país con una única consigna: decir todos al mismo tiempo la misma mentira, no importa que tan grande sea, no importa que tan evidente sea esa mentira? Sí, puede. Y funciona tan bien como una plataforma política. Es decir: hoy, una mentira colectiva, organizada, sostenida desde las usinas de rumores, reemplaza con facilidad a una ideología, una historia, un pasado. Mentir, nunca dudar. Negar, nunca pestañear. Y no me estoy refiriendo sólo a nuestro país. Es una epidemia mundial. Esa es otra parte de la lección. 
Y a pesar de que se trate de una etapa superior de las relaciones de poder, es a la vez una infantilización, como dije. Juegos de chicos llevadas a su máxima expresión, donde mentir, negar, ocultar y culpar a cualquiera son herramientas que funcionan a la perfección. "¿Quién pinchó la pelota?". "El Fito Peralta, señorita". "¿Quién es el culpable de la inflación?". "La historia, el peronismo, los derechos laborales, la tormenta, la novela de la tarde, Turquía". 
El receptor infantilizado (la sociedad, nosotros) ya no está para comprender sino para aceptar. Por eso las argumentaciones (falsas) son acompañadas de énfasis y vértigo, de un vértigo esencial para no dejarnos elegir con calma, para aturdirnos. No es casual que uno viva como dentro de un coche que siempre está doblando una curva y a toda velocidad. No vale vomitar. Hay que entender. Aprender.
Y lo peor es que sea es el enemigo el que primero haya aprendido a usar esas herramientas. ¿Debemos  aprender a usarlas nosotros también? Debemos al menos no ignorar que existen. ¿Si los malos son también malos porque usan esas armas, eso significa  que nosotros debemos volvernos malos también? Creo que es mejor ser un poco malo que ser el pato de la boda.

domingo, 21 de abril de 2019

EL SABER QUE OCUPA LUGAR

Los argentinos hemos sido víctimas de saqueos y del colonialismo en formatos varios. Para eso fueron necesarios traidores internos e idiotas útiles. Ahora me pregunto si nosotros los progres, los librepensadores, los politizados, los que leemos un par de libros al año no hemos sido también idiotas útiles al adoptar de manera tan entusiasta las ideas llegadas del extranjero.
Pienso en esos intelectuales, en general franceses o alemanes, que desde hace décadas nos dicen cómo es el mundo y cómo combatir sus males. Intelectuales que acá (como en ningún otro lado) son tratados como estrellas de rock. Me pregunto si nuestro error histórico no ha sido escucharlos con exagerada devoción y actuar en consecuencia, a veces sin siquiera adaptarlos a la realidad local. Como si la argentinidad a través de una lupa importada se entendiera mejor.
No hablo de nuestros hombres de la independencia que leían los textos de la Ilustración francesa. Esa era una época sin muchos libros para llevarte al baño y sin papel higiénico esperándote. Me refiero al excesivo respeto que hemos tenido los doscientos años siguientes por todos los ismos foráneos, ismos que a veces se diluían muy rápido, en todos lados menos acá.
Si fracasamos tantas veces como país, como se comenta por ahí, quizá el error estuvo en tomar como propio un etnocentrismo ajeno (oxímoron si los hay), hacerlo entrar a los martillazos en nuestra realidad. Además eso nos obligó a confiar (no había otra) en los traductores y referentes locales, en los discípulos de cada gurú del pensamiento que andaba dando vueltas, y entonces las ideas llegaban a nosotros manipuladas, retorcidas, confusas.
¿Acaso está diciendo, Chiabrando, que no deberíamos haber participado en la polémica existencialismo sí, existencialismo no, que no deberíamos haber tomado como dogma las ideas socialistas/marxistas/comunistas, que no deberíamos haber desarrollado esa acromegálica fascinación por el psicoanálisis, que no deberíamos habernos tomado la posmodernidad con tanto entusiasmo?
Y yo respondo con otra pregunta: ¿Y si ese colonialismo intelectual hubiera sido para entretenerlos mientras que el poder económico nos seguía saqueando? ¿Y si hubiera sido sólo para vendernos libros y congresos? ¿Acaso es lógica nuestra infantil idolatría alrededor del mayo francés (pongamos)? ¿O son simples e inconfesables ganas de hacernos los parisinos y los cultos?
Es loco pensar que ha muerto gente por llevar adelante ideas pensadas para otras realidades, ideas que quizá nunca cuestionamos como se debía y que no hablaban de nosotros sino del joven francés de la posguerra, del burgués europeo del siglo XIX, del obrero de la revolución industrial o del obrero ruso, del campesino chino.
Quizá hubiera sido mejor jugar a plata o mierda. Adoptar desde un principio las ideas de Moreno, San Martín, Alberdi, incluso de los reaccionarios como Borges o Sarmiento, e ir por ese camino, aunque sea para desafiarlas, nos llevara adonde nos llevara. O bien mirar con más atención nuestro pasado americano, indígena. Pero, Chiabrando, ¿acaso me está diciendo que esa indiada que andaba en bolas pensaba el mundo? El mundo no sé, pero seguro que pintaban su aldea, y luego supimos (gracias a un pensador extranjero, otro oxímoron), que al pintarla pintaban también el mundo. ¿O esa idea sólo vale para los caucásicos educaditos y con buena prensa?
Pensemos en cómo estaríamos si hubiéramos rechazado las ideas extranjeras simplemente por eso. Usted me dirá que no podíamos hacer oídos sordos a las buenas ideas, que podría habernos ido peor. ¿Peor? Si después de ponernos las túnicas de todos los ismos de la tierra estamos otra vez contando las moneditas.
Por ahí dejamos pasar la oportunidad cuando nuestros abuelos llegaron escapando de la malaria y la muerte generada por el fascismo, en algunos casos, o por los delirios del estalinismo en otros. Quizá era ahí donde tendríamos (los argentinos) que habernos mirado más el ombligo.  Pero los que llegaban no lo dijeron con claridad y los que estaban acá no lo vieron.
Usted dirá que soy muy simplista, pero me parece que estar tan preocupados por el ser, la nada, la trascendencia y la inmanencia, poco tenía que ver con nuestros problemas del tercer mundo, urgentes y primarios: falta de comida, de guita, de libertad. A veces de vida. Es obvio (y nunca aclaro esto pero hoy sí) que lo digo desde la ironía, pero seamos honestos, ¿no les parece que a veces sólo nos están mareando con puro palabrerío?
El peronismo fue una manera de tener una idea propia sin depender del aval del ideario importado. Quizá eso ayudó al nacimiento de antiperonismo. El antiperonismo, con raíz en la clase media más ignorante, no iba a permitir una ideología que no viniera de París, como la cigüeña y las carteras Vuitton. El resto lo hicieron los cómplices y los idiotas útiles a los que me refería antes. 
Quizá el error de nuestros pensadores, fue haberlo dicho breve y comprensible porque no estudiaban en la Sorbona ni vivían en románticos altillos, sino que estaban corriendo la coneja o escapando de la guadaña del enemigo. Vea a Borges (otro oxímoron, no era pobre y era antiperonista), que con una frase o un texto de una página influyó en teorías literarias, en pensadores como Foucault, y quizá en ideas que decantaron en la posmodernidad. Pero no, eso es poco francés. Había que hacerlo difícil y escribir libros kilométricos que total en Argentina los van a comprar, leer e idolatrar. Incluso había que tomar una idea de Borges de dos párrafos para devolverla en libros y más libros que nosotros compraríamos porque ismo que viene de París es moda y no se discute. 
De los laberintos se sale hacia arriba, de las crisis se sale hacia delante. Para nosotros, ir hacia adelante es ir hacia atrás (oxímoron final, argentinos al fin), para poder mirar tierra adentro, hacia nuestros poetas y narradores de provincia, a nuestros intelectuales y maestros, a nuestros políticos aún confiables. Yo los invito a no respetar más esa ley que dice que está mal mirarse el ombligo. Yo digo: hay que mirarse más el ombligo y tener menos la cabeza en la luna de París o Frankfurt. 

domingo, 14 de abril de 2019

LA PARABOLA DEL REMERO

Conquistadores eran los de antes, que buscaban quedarse con el territorio, instalar una lengua, una cultura y llevarse el oro, la plata, las mujeres y además hacer esclavos. De esos conquistadores ya no hay más. El mundo está loteado y repartido, y el oro para saquear se acabó. Además existen otros métodos para instalar una cultura: Hollywood, Netflix, Facebook. 
Esos conquistadores funcionaban con tracción a sangre: remeros en las galeras. Desconozco si les daban un porcentaje del oro afanado o si les pedían esfuerzos extras con la promesa de que si los conquistadores se beneficiaban, los remeros también. Más bien creo que los amenazarían con tirarlos a los tiburones.
Pero por más que hayan cambiado las cosas, el afán de conquista no desaparece. Por motivos inexplicables, ciertos hombres se dedican a intentar que el resto viva como ellos, con sus creencias, sus dioses, su moral. También está el dinero, claro, pero no lo es todo, como ya verá, querido argentino mío. 
Ahora nosotros estamos bajo el embate de una nueva conquista. Nuestros conquistadores son chetos que se ríen como bobos todo el tiempo, pero en algo se parecen a los conquistadores del pasado: vinieron por todo. Vinieron a instalar una cultura cheta, antiperonista, cool, ja, ja, la mismita que rige en Barrio Norte de Buenos Aires, y también vinieron a llevarse el oro. Lengua no pueden instalar porque son burros y hablan como monitos bebés recién despertados de la siesta. 
En este caso los remeros somos nosotros, que funcionamos bajo amenaza (perder el trabajo o la casa) o porque, según nos dicen, si el barco se hunde, nos hundimos todos. Algunos remeros creen que si los conquistadores llegan al paraíso, ellos también. Otros se sienten parte de la conquista y quieren ayudar a instalar la cultura de Barrio Norte aunque ellos vivan en Villa Las Chapas. Son remeros que se imaginan viviendo codo a codo con los conquistadores, algo imposible y cuestión central de esta nota, como verá, ja, ja. 
Olvidadas las metáforas, sabemos que los conquistadores querían instalar una cultura repleta de gente boludamente feliz, ja, ja, y sin peronismo, ja. Pero por mucho que el conquistador vaya por todo, se lleva lo que puede. Y estos se dieron cuenta a los dos días de iniciada la conquista de que el proyecto de una nueva cultura estaba destinada al fracaso. Que el enemigo había sido fumigado, bombardeado, y que ahí estaba, díscolo pero vivito. También se dieron cuenta de que si insistían iban a lograr que gente que nunca se definió peronista lo haría por odio hacia ellos, hacia la cultura cheta-cool, la de los monitos que ríen siempre, ja, ja.
Así fue que se olvidaron del proyecto épico y se dedicaron a lo obvio: hacer guita, vaciar las arcas, beneficiar familiares y amigos, apoderarse del oro en forma de tierras, empresas. Y destruyeron un país. Lo encerraron en una caja a lo Schrödinger donde no se sabe si está vivo o moribundo. Ahora, ¿destruir un país por la guita, cuando ya tienen guita para vivir cien vidas? No, no, no… ja, ja… No se confunda, querido argentino mío, es algo más. Es al fin de cuentas instalar una idea cultural, otra. ¿Está confundido? Espere y verá, ja, ja.
Para entenderlo hay que tratar de meterse en la cabeza de los ricos. Hay que pensar en lo que ese rico tiene, pero sobre todo en lo que desea. Hay que hacerse la pregunta: ¿cuál es el deseo del que lo tiene todo? ¿Qué puede excitar a un millonario? Yo creo que ese deseo es una especie de desierto, un páramo, una nada. ¿Qué hay una vez bebidos todos los champagnes caros, comprados todos los autos lujosos, viajado a todos los hoteles caretas?
Entonces el conquistador recuerda a su compañero de aventuras, el remero. Primero porque si el conquistador fracasa, puede culpar al remero. Pero sobre todo porque el remero es la medida de probables futuros ya que se puede rebelar, tirar al conquistador al agua, quemar el barco, o simplemente negarse a remar.
Ahí es dónde nace el último deseo del conquistador. El deseo que faltaba. El último placer del millonario. Ese deseo es cortarle el camino de la prosperidad al otro. Si el otro es un colectivo humano, más placer. Si es toda una clase social, mejor. Cortarle el camino al progreso a todo un país debe ser un orgasmo difícil de empardar en la cama.
Los conquistadores tienen una última batalla cultural que dar. No dejar que el remero ocupe su lugar en el mando del barco, no dejar que sea feliz, no dejar que encuentre un paraíso, ni siquiera que pueda buscarlo. El conquistador es capaz de aceptar el naufragio si sabe que el remero también naufraga. Lo dice bien Elías Canetti (citado por Giacomo Marranao): "El tipo paranoico del poderoso puede reconocerse en esos individuos que buscan por todos los medios poner distancia entre ellos y los demás, porque ven en los demás una potencial amenaza a su propio cuerpo".
De ahí la necesidad de destruir el peronismo y los sueños de progreso del obrero, del remero, reme por los motivos que reme. A estos conquistadores les quedan seis meses para darnos esa última lección. Enseñarnos que nosotros debemos remar y nada más. La peor tragedia de los chetos sería que el barco se hunda con ellos adentro (simbólicamente, que vayan en cana) y nosotros nademos hasta la orilla y podamos comenzar de nuevo. Van a hacer todo lo posible para que eso no suceda. Van a quemar el barco, hundirlo, empeñarlo, regalarlo. De hecho, lo están haciendo.

miércoles, 10 de abril de 2019

SE ROBARON TODO (Y CASI NADA)

Vamos a hacer algunas especulaciones (independientemente de que las creamos o no) sobre el crecimiento patrimonial de C. F. K. y alguna comparación posterior, pequeño análisis incluído, con la situación actual del pais:

En 2.003, la ex Presidente acusó en su declaración jurada patrimonial la nada despreciable suma de siete millones de pesos. ($7.028.378)
En 2.011 (año en el que aun no había enajenado casi todas sus posesiones poniéndolas a nombre de sus hijos) declaró tener casi setenta y seis mil millones de pesos y tres millones cien mil dólares. ($75.812.110 mas U$S3.150.624)

Convirtiendo dólares a pesos, el crecimiento total del patrimonio es $209.000.000. Doscientos nueve millones de pesos. 
Crecimiento, mas patrimonio inicial, en números redondos: $216 millones.

Pero, exageremos. Supongamos que ocultó muuuuucho. Muchísimo. Creamos que tiene ¡10 veces mas!
Esto sería dos mil ciento sesenta millones de pesos.
Supongamos que tiene 2.160.000.000.
Recordemos que declaró 216.000.000.

Para que se tenga una idea:
Con ese monto se pueden comprar 3.278 pickups Toyota Hilux entrada de gama. Si se las pone en fila, paragolpes con paragolpes, por Av. de Mayo y luego por Av. Rivadavia, se cortaría en dos, por el lado mas largo, la ciudad de Buenos Aires. Nadie podría cruzar la ciudad de sur a norte. Inclusive habría una yapa que entraría en la provincia de Buenos Aires.

Toyota's en fila, partiendo al medio Bs. As.

Si fuese campo, ese monto se convertiría en 3.033 hectáreas de la zona núcleo, (norte de la Prov. de Bs. As., sur de la Prov. de Sta Fe) las de mas alto rinde para la soja y, por ende, las mas caras.
Esto es ¡¡¡una ciudad de 60 cuadras de largo por 50 de ancho!!! lista para sembrar soja.


Soja ocupando tres mil manzanas urbanas.

Parece muchísimo. Y es muchísimo.
Pero veamos de cuanto es el Presupuesto Nacional de 2.019.
La Nación cuenta para gastar, en 2.019, un total de $3.424.476.200.000.
Tres mil cuatrocientos veinticuatro billones con cuatrocientos setenta y seis mil doscientos millones de pesos.
No vamos a sumar los presupuestos provinciales que, entre todos, suman alrededor de un billón ochocientosmil millones de pesos.
Tampoco sumaremos los quinientosmil millones que suman todos los pptos municipales para 2.019.
Dejemos estas sumas para los kirchneristas cómplices corruptos que hubo en provincias y ciudades.
Pero volvamos al Ppto nacional 2.019.
Tresmilcuatrocientos billones de pesos.
A este Ppto del año 2.019, (teniendo como referencia que los corruptos kirchneristas tuvieron un mandato de 12 años) debemos multiplicarlo por doce.
En cifras exactas: $41.093.714.400.000.
A valores constantes.
Cuarenta y un mil noventa y tres billones con setecientos catorce mil cuatrocientos millones de pesos.

Ahora comparemos:
Habíamos dicho que, exagerando muchísimo, Néstor y Cristina Kirchner habrían robado $2.160.000.000. Dosmil ciento sesenta millones de pesos. (Una superficie en la pampa húmeda, lista para sembrar soja, grande como una ciudad de tres mil manzanas o, al valor del dolar de aquel momento, ¡veinticuatromil bolsos llenos de dólares!, con la misma cantidad, cada uno, que la que tenía el bolso (mas las bolsas "adjuntas") que José López revoleó sobre los tapiales del monasterio trucho.
Esta suma enorme, se ve empequeñecida cuando la comparamos con el Ppto nacional, sumado, de los últimos doce años, que es, recordemos, 41.000 billones de pesos.
Lo, supuestamente, robado por el kirchnerismo, es, apenas, el 0.0053% del presupuesto sumado de los doce años de gobierno Ka.

O sea que:
Por cada 10.000 viviendas que se hicieron, pudieron haberse hecho 10.005.
Por cada 20.000 Kms. de ruta que se hicieron, se hubieran podido hacer 20.010.
Por cada sueldo de $30.000 que el Estado le pagó a sus empleados, le podría haber pagado 15 pesos mas.
Por cada kilómetro de cloacas pudo haber hecho cincuenta centímetros mas.
Insignificante...
Pero, según la mirada, también podría ser significativo. Si los poquitos kilómetros de ruta que no se hicieron a raiz de los robos, dejaron aislado a algun pequeño pueblito, habría que preguntarles que opinan a sus pobladores. Lo mismo con las cloacas. Y con las cinco familias que estaban anotadas y se quedaron sin casa.
Además, todo dinero que se robe del erario público es un daño que, mayoritariamente, es sufrido por las clases baja y media, ya que los gobiernos no hacen countrys privados, no venden yates en cuotas fijas, etc. (Espero no estar dando ideas...)
Cualquiera podrá preguntarse: ¿se puede robar tanto?
La respuesta es sí.
No digo que haya sucedido. Digo que es posible. El poder da un halo de impunidad. Se puede hacer uso de él, o no. Y, cuando alguien se siente impune, en el marco del capitalismo, el primer delito que comete es el delito económico.
Creo, y ojalá seamos mayoría coincidiendo, que cualquier funcionario público al que se le demuestre que robó mientras estuvo en funciones, aunque mas no sea, un chocolatín, tiene que ir preso.
Dicho esto, considero que hay atenuantes a tener en cuenta. No para evitar la cárcel, sí para reducir el tiempo de prisión. Y ejemplifico el que considero el principal de los atenuantes: Si un partido político representa a los sectores mas humildes de la sociedad, mal puede competir, en recursos a utilizarse en las campañas proselitistas, con otro partido apoyado por las grandes empresas, los bancos, etc. Entonces, el político que está en el poder, administrando los dineros públicos, se las ingenia para volcar fondos para la campaña de su partido, para equipararlo con los que reciben el apoyo económico de los ricos. ¿Está bien? Por supuesto que no. Pero la pena que le corresponda deberá ser infinitamente menor que si el robo fue para su bolsillo.
Por supuesto, esta es mi visión. Pero yo no soy juez. Ni abogado. Apenas, periodista especializado en política.

Permítaseme una disgreción: Se le debería asignar, cuanto menos, diez veces mas dinero que ahora, a los partidos políticos para que los destinen a la campaña electoral. Pero no en base a los afiliados ni a los votos. Una suma igual para todos los partidos que lleguen al cupo mínimo.
Obviamente, tendrá que controlarse (y deberá exigirse una minuciosa rendición de cuentas) que ese dinero se destine, en su totalidad, a la campaña. Ni un peso mas, para que todos compitan en igualdad de condiciones. Prohibiendo todo aporte privado, excepto el esfuerzo militante de pintar paredes, volantear, etc. Y ni un peso menos, de modo que ningún dirigente eche a su bolsillo lo que está reservado para la campaña.
Siempre alguien se las va a ingeniar para transgredir la norma pero, si se extreman los controles, los montos que puedan escamotearse, serán pequeños.
Otra arista positiva sería el inevitable crecimiento de los partidos mas pequeños, lo que, indudablemente, le daría mas calidad y representatividad a la democracia ya que, al haber mas opciones, sería mas la gente que se vería identificada con tal o cual idea o postura, no como sucede actualmente, que, mas que elegir, mucha gente se ve obligada a optar, que no es lo mismo.
Ahora bien, si esto es tan bueno, ¿por qué no se implementa?...
Sí. Acertó. Para que se implemente tiene que haber mayoría parlamentaria. Y, ¿quién tiene mayoría parlamentaria? El que gobierna. O el que aspira seriamente a gobernar. Así que... nada de repartir la torta, nada de crecimiento de los partidos chicos, nada de anticapitalismo. Dentro del establishment todo. Fuera del establishment nada. Sigamos con la grieta. Que somos populares, ma non troppo. No sea cosa que crezca la gilada. Es decir: el mismo sistema se fagocita la posibilidad de trasparentar la política.
Fin de la disgreción.

Últimas consideraciones, (y comparaciones):
Desde que asumió la Presidencia de la Nación Mauricio Macri hasta el presente, y haciendo una muy moderada proyección hasta el final de su mandato, cada trabajador, registrado o no, y cada cuentapropista, habrá -habremos- perdido un 40% del poder adquisitivo de sus -nuestros- ingresos.
Estos números no son muy distintos a los que tiene el INDEC que, no olvidemos, dejó de funcionar durante los primeros seis meses de gobierno macrista, justo cuando se produjo uno de los mas salvajes zarpazos dados al bolsillo del laburante vía tarifazos record, aumento de combustibles, quita de subsidios, aumento del dolar y, lógicamente, una inflación que no se detuvo hasta el presente. Y el INDEC guardó esos seis meses en un agujero negro y empezó a medir a posteriori, sin dar dato alguno sobre ese período. Como si no hubiese existido. Para colmo, los dirigentes sindicales corruptos, amenazados con carpetazos y calmados con dinero de las obras sociales de sus sindicatos, reaccionaron muchísimo mas tarde de lo que debían, cuando la enorme pérdida del poder adquisitivo de los trabajadores ya era irreversible. No hubo paritaria alguna en ese lapso ni en meses inmediatos posteriores.
Volvamos a los números.
El salario mínimo, a la fecha, es de $12.500.
El salario promedio, unos $22.000.
Los trabajadores registrados son 12 millones.
Los no registrados, 4 millones y medio.
Y hay 1 millón y medio de cuentapropistas.
Sintetizando:
18 millones de trabajadores.
Salario promedio $22.000.
Pérdida de poder adquisitivo 40%, $8.800.
8.800 x 18 millones= 158.400.000.000.
Cientocincuenta y ocho mil cuatrocientos millones. ¡¡¡Por mes!!!
48 meses=7.603.200.000.000.
Siete billones, seiscientostresmil doscientos millones en los cuatro años de mandato macrista.
No se está contando el desfasaje en el tiempo que produce la inflación. Todos sabemos que el aumento de sueldo llega cuando lo que consumimos ya aumentó. Y esto nunca es contemplado, por lo tanto, se resuelve con tarjetas cuyo interés sufre el consumidor. Ni hablar de la inflación en la canasta básica alimentaria, que es mucho mayor a la de la canasta "completa", y no es tenida en cuenta para el cálculo de aumento de salario a pesar de que media población consume solamente los artículos de esta canasta, o menos aun.
Los mas de 7 billones y medio de pesos mencionados en el párrafo anterior son la mas fabulosa transferencia de riquezas de la historia argentina.
Que quede claro. El dinero está. Sólo cambió de bolsillos. Con este plan de gobierno, ejecutado con total insensibilidad e incomparable desprecio por los pobres y los jubilados, se están beneficiando la Shell (Aranguren) el campo (Caputo y muchos etcéteras) los formadores de precios (Braun de La Anónima, cuarta cadena de supermercados del pais) los que lucran con la salud como Farmacity, (Quintana), etc. Los nombres de funcionarios y ex funcionarios del macrismo beneficiados son pura casualidad. Será también pura casualidad si aumenta la fortuna personal del Presidente luego de que finalize su mandato. Quizás Macri, simplemente, alegue que ha sido un "exitoso empresario", ya que no abogado. Que nadie piense que sus amigos le estarán devolviendo favores.
Y siguiendo con los perjudicados de esta fiesta pornográfica, (el pueblo) hay que apuntar un datito mas. Este gobierno, al decir de sus mas encumbrados funcionarios de economía al año de gestión, recibió el país con un crecimiento moderado del 2% pero, por sobre todo, practicamente desendeudado. Y lo devolverá con todo tipo de deudas a diversos organismos internacionales, en bonos emitidos, en uno de los casos, a ¡¡¡100 años!!!, etc. Y, como la recaudación bajó, debido a que no hay consumo, dado que mas del 95% del pueblo está sufriendo enormes pérdidas en su poder adquisitivo, (esto es de manual) el presupuesto apenas si alcanza para pagar gastos corrientes y poco mas. Por ende, sobreviene el endeudamiento. Y a pesar de ello, hace largo rato que el gobierno nacional paralizó y suspendió la mayoría de las obras. Por lo tanto, el pueblo aporta con sus impuestos para pagarle al Fondo Monetario y no ve ni una obra a cambio. Por el contrario, se desatiende la salud, se recorta en educación, se descuida el CONICET y toda el área de ciencia y técnica, etc. Una auténtica "pesada herencia" que dejará esta gestión.
Pero, volvamos a lo que se llama transferencia de riquezas. Este es el mas cruel y directo de todos los robos que un gobierno le puede hacer a su pueblo.
Técnicamente es transferencia de riquezas. Aunque esto es un eufemismo. Si llamamos a las cosas por su nombre, es un robo. Un saqueo.
Suponiendo que, desde el Presidente de la Nación hasta el último de los funcionarios del PRO-Cambiemos de todo el pais no se encuentre ni uno que haya robado un solo peso, esta gestión se despedirá habiéndole robado "legalmente" a su pueblo trabajador la friolera de 7.603.200.000.000. (Siete billones, seiscientos mil millones de pesos) Muchísimo mas que los dosmil cientosesenta millones que yo calculo, exagerando, pudo haber robado el kirchnerismo en 12 años.
Y ningún macrista irá preso por ese robo. Por ese ataque salvaje al bolsillo de los jubilados que cobran la mínima (que con Macri es mas mínima) y al de los mas humildes, que son varios millones.

Voy a hacer una última cuenta:
La "transferencia de riquezas" en los cuatro años de macrismo, dije que se puede estimar en $7.603.200.000.000.
Si a esta cifra la dividimos por los trabajadores que en total son 18.000.000. nos da: $422.400.
A ver si queda claro. A lo largo de los cuatro años de este gobierno, cada trabajador le habrá regalado a los amigos del Presidente Macri $422.400.
¿Se animan a poner un poquito mas, así cada uno de nosotros le regala un bonito 0Km. a los amigos de Mauricio?

Fiat Mobi. $489.000. Bonito regalo. Si encargamos 18 millones de ellos quizás nos hagan precio.

No queda otra alternativa. Por nosotros. Por nuestros hijos. Por nuestros amores. Por nuestros amigos. Por responsabilidad social. Recordemos aquel viejo acerto: Pienso, luego existo. Y adaptémoslo y utilicémoslo para las elecciones. Por favor. PIENSO, LUEGO VOTO.

domingo, 10 de marzo de 2019

El sombrero y los asteriscos

¿Qué dirá la Historia de nuestro presente? ¿Cómo nos tratará? Ya se sabe que la historia la escriben los que ganan, aunque esto ha ido cambiando porque los perdedores vamos escribiendo otra, a los ponchazos pero historia al fin, donde nuestros muertos no son simple estadística y donde no importa solo el éxito y el dinero.
Es que la historia oficial huele a naftalina, a rancio, a negocio, a virus que idiotiza como en película de marcianos.
Yo era de los que creían que con tantos documentos, fotos y películas, contar la historia dejaría de ser necesaria. Que se iría escribiendo sola. Me equivocaba. El desafío de los historiadores del futuro será escarbar en la superabundancia. No buscar papiros en el desierto sino barrenar en redes, medios, teléfonos. 
Y los historiadores de verdad, los que quieran escribir una historia honesta que incluya la voz de los desterrados, los negros, los muertos de hambre, tendrán que escarbar aún más profundo, porque la certeza de quiénes fuimos estará sepultada en una maraña de posteos, memes, contradicciones, trompitas selfie y mucho ruido de fondo, y además estará deformada por la historia oficial que, como se sabe, es nuestra enemiga.
Como parte del bando de los perdedores que soy, creo que hay que empezar a tomar precauciones desde ahora. Hay que obligar al presente a interpelarlo todo, a seguir adelante como sea, para que cuando algún Fukuyama del Orto declare que la historia se terminó, quede como un boludo a cuerda. También, además de vivirlo, a este presente hay que escribirlo. Dejar testimonio en un paredón, en las redes, escribir libros, poesía, cantar. Yo a esto le agregaría una buena cuota de malos hábitos, como contestar tonterías en las encuestas y hacer un poco de patafísica para distraer a los que nos quieren controlar y vender porquerías, para que cuando andemos necesitando ravioles un genio del marketing nos llame para vendernos sillas.
Si hiciéramos cosas así es probable que la historia se deba contar con más asteriscos y citas el pie que nunca. Cada frase, cada idea, cada muestra de odio, deberá tener su contrapartida para que doña Rosa, que solo mira a Mirtha, y su sobrino Ceo que no lee libros, la entiendan. Los dobles asteriscos quedarán para las cosas excepcionales, como explicar que es la época donde hay gente que dice que la tierra es plana, que las vacunas son malas y que los ricos son buenos pibes. La teoría del derrame va a necesitar un asterisco  grande como la luna.
Y no hay que descartar que los historiadores de verdad tengan que ir a buscar algunas respuestas a los lugares más impensados, como los científicos del siglo XIX que polemizaban sobre la relación entre el tamaño y peso del cerebro y la inteligencia. Entonces pesaron el cerebro de George Cuvier, "el Aristóteles de la biología francesa". Casi dos kilos. Asunto resuelto: más grande, más inteligencia. En el Corazón de las tinieblas Conrad contaba que a los hombres que viajaban a África se les medía la cabeza para ver de qué manera los había afectado la experiencia.
El peso del cerebro de Cuvier les había dado la razón a los que decían que los europeos, los hombres y los nobles eran más inteligentes que los africanos, las mujeres y los siervos. Cuando quisieron seguir con los estudios se dieron cuenta de que no habían conservado el cerebro. Pero había quedado su sombrero. Los tipos más inteligentes del momento se pusieron a medir el sombrero del "Aristóteles", que obviamente lo tenía enorme. Ya estaban festejando cuando se dieron cuenta de que el sombrero estaba estirado, que Cuvier era de gran cabellera y probablemente había sufrido algún tipo de hidrocefalia.
Esta polémica se resolvió muchos años después, cuando vieron que los cerebros de Whitman y Anatole France pesaban poco más de un kilo, casi la mitad que el de Cuvier. Hubo una época en que se había puesto de moda dejar el cerebro a la ciencia para ser estudiado. Y hubo científicos que se desafiaban a ver quién tenía cerebro más grande, algo que sería dirimido luego de sus muertes, obviamente.
Por eso yo no pienso dejar que la historia cuente mi vida como se le dé la gana. Vean lo que le pasó al pobre Trotsky cuando lo agarró Netflix. Además de las precauciones de las que hablé, le voy a dejar mi fortuna a mis historiadores para que me traten como un héroe y que me pongan en la tapa de un libro. Y unos dólares extras para que mi cara aparezca en la reedición centenario de Volver al futuro. También voy a dejar un epitafio al estilo Groucho: "Aquí yace alguien que se dio cuenta tarde, que es mejor que nunca".
Y además dejaré un aviso para publicar en los diarios del futuro: "San Javier Chiabrando, gracias por cumplir todos nuestros deseos. Rezarte fue lo mejor que me pasó en la vida". Desde el más allá se escucharán mis carcajadas.
¿Es tan necesario contar la historia?, me pregunto ahora. Porque si la contamos para no repetir los errores, e igual los repetimos, incluso los empeoramos, por ahí conviene no contarla, dejar que cada uno se haga una idea aproximada, andar a tientas, sin guías, gurúes, religiones, alcahuetes. Vaya uno a saber.
O lo que podríamos hacer es juntar unos mangos entre todos y dejarle un mensaje colectivo a nuestros historiadores: "Queridos historiadores, no se metan con nuestros cerebros si no quieren tener pesadillas, ni con nuestros sombreros, que ya han soportado demasiados garrotazos. Mejor pésennos los corazones para hacerse una ida de quiénes éramos, y si no quieren que volvamos hechos fantasmas a visitarlos cada noche y de paso a saquearles las heladeras".
En fin, ideas sueltas para la posteridad. Y gratis. Hay días en que solo sé que no sé nada y para colmo hoy no encuentro mi sombrero.