jueves, 23 de julio de 2015

A ESE FINAO, VEHÍCULO DE LA MISERIA ARTIFICIAL, TAN ESTIMADO POR LOS SALVADORES


Resultado de imagen para MISERIA ARTIFICIAL

Acaba de morir hace un rato,
pero como era nihilista ni se enteró
que antes también había muerto
entonces se percató,
nunca haber pedido este trato
ese en donde no vale el nacimiento
sino vivir como nonato.

Macho, aprendió a tragar sapo,
era menos mal que el sopapo,
que había si enojabas al capo
y entonces, decía, lo tapo,
porque molesta el contratiempo
para no hacer de la elegancia un guiñapo.

Pensaba que lindo los que viajan en volanta,
será la suerte que conmigo se espanta,
y ni envidia me da que sea tan irredenta,
si no se si es poco o tanta,
que abriga como una manta;
como sea, puta o santa.

Desistió de pensar el mundo,
mejor dejarse llevar por la bragueta,
como hace cualquier matungo,
con el olor a cajeta.

Y los hijos le dijeron padre,
pero no lo sintieron como a la madre,
encamarse con la comadre,
era casi rascarse las liendres,
ni lo tapaba con el odre,
del asco que los pibes por ese hojaldre.

Tuvo nietos, se sabía,
pero eran tantos que en su mente no cabía,
la lejana explosión de algarabía,
prefirió la lenta letanía,
de mascar la rabia y la agonía,
de no saber si bajaba o subía.



viernes, 10 de julio de 2015

A SILVANA, MI COMPAÑERA, A QUIEN QUIERO TANTO

Ni pregunto como encontraste
mis mapas perdidos.
Sabías que existían,
ni sabía que los perdí.
Estremecerme hasta el paroxismo
por el roce de tu piel
de olor y color canela
no hace mas que traficar de
tocarte aunque no te toque, aunque no me toques.
Perfume de la incógnita esperada
es la llamada diaria
que molesta y tranquiliza.
¿Donde aprendiste este modo?
¿Donde lo aprendiste para que tus ojos
me embrujaran?
Y como me gusta tu embrujo.
Mañana voy a resistirme.
Espero no lograrlo.



sábado, 4 de julio de 2015

CUANDO NACIÓ EL DOCTOR DIOS


“Si algún asomo de mérito me asiste en el desempeño de mi profesión, éste es bien limitado, yo no he hecho más que cumplir con el clásico juramento hipocrático de hacer el bien a mis semejantes”. La cita es del médico rural, naturalista, escritor y filántropo Esteban Laureano Maradona, de cuyo nacimiento se cumplen hoy 120 años.
De pequeña estatura, pero colosal dimensión ética, el doctor Maradona pasó 53 años en una remota localidad de Formosa ejerciendo desinteresadamente la medicina. Su vida fue un ejemplo de lucha y altruismo. Ayudó a comunidades indígenas enteras y renunció a todo tipo de honorario y premio material. Vivió con épica humildad y colaboró con su dinero y con su tiempo con aquellos que más lo necesitaban, a pesar de que pudo haber tenido una cómoda vida ciudadana, gracias a sus estudios y a la clase social a la que pertenecía.
Un poeta de su ciudad natal, Esperanza, le dedicó en vida unas estrofas que, como reconocimiento popular, recorrieron la región: “Sea quichua, toba u ona,/ la tribu no importa mucho;/ la caridad llegó al indio/ por manos de Maradona”.
Pero él prefería contarlo con su proverbial modestia: “Así viví muy sobriamente 53 años en la selva, hasta que el cuerpo me dijo basta. Un día me sentí morir y me empecé a despedir de los indios, con una mezcla de orgullo y felicidad, porque ya se vestían, se ponían zapatos, eran instruidos. Creo que no hice ninguna otra cosa más que cumplir con mi deber”.
El 27 de junio de 2001, el Congreso de la Nación sancionó la ley 25.448, instituyendo el 4 de julio como Día Nacional del Médico Rural, conmemorando el natalicio del doctor Esteban Laureano Maradona.
El hombre que perdió el tren
Doctor Dios, Doctor Cataplasma, Doctorcito Esteban o el médico de los pobres, como le dijeron durante toda su vida en la selva, nació en Esperanza, el jueves 4 de julio de 1895. Fue uno de los 14 hijos del matrimonio compuesto por el maestro, periodista, productor rural y político Waldino Maradona y la estanciera Petrona de la Encarnación Villalba. Esteban Laureano descendía, por parte de su padre, de una familia gallega, los Fernández Maradona, llegada desde Chile en la época colonial a poco de fundarse San Juan donde finalmente se radicaron y dieron figuras de talla histórica.
Sus padres vivían en Barrancas, donde Esteban pasó su infancia. Su padre era maestro en la estancia Los Aromos. Allí él aprendió, jugando, a vivir en el monte, cazar y pescar. Cursó sus estudios primarios y secundarios entre Santa Fe y Buenos Aires. En 1928 se graduó con diploma de honor en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA), donde fue discípulo del doctor Bernardo Houssay. Luego viajó a Resistencia, Chaco, donde además de ejercer la medicina se dedicó al periodismo en el diario La Voz y a realizar estudios de botánica en la isla Cerrito Argentino.
Luego del 6 de septiembre de 1930, perseguido por el régimen militar que derrocó a Hipólito Yrigoyen, Maradona partió hacia Paraguay, donde comenzaba la Guerra del Chaco –que se libró desde 1932 hasta 1935 entre Bolivia y Paraguay por el control de la región del Chaco Boreal–, con apenas una valija de ropa, un revólver 38 y su diploma de médico como equipaje. Lo tomaron como camillero en el Hospital Naval, donde en tres años llegó a ser director, atendiendo a cientos de soldados de ambos bandos.
Por entonces conoció al único amor de su vida: Aurora Ebaly, una jovencita de 20 años, sobrina del presidente paraguayo. Se comprometieron, pero el romance fue fugaz: el 31 de diciembre de 1934 Aurora murió con el año de fiebre tifoidea. Esteban nunca más volvió a noviar y regresó a la Argentina con su duelo a cuestas.
Pero el 9 de julio de 1935 el destino de Esteban Maradona quedó sellado. El médico, que acababa de cumplir 40 años, viajaba en tren hacia Tucumán para visitar a su hermano, por entonces intendente de San Miguel. Pero la vieja locomotora no pudo seguir más y tuvo que detenerse en Formosa, en la localidad de Estanislao del Campo, para realizar un transbordo de pasajeros.
Muy cerca, en el medio del monte, una parturienta se debatía entre la vida y la muerte. Y hacia allí se dirigió el joven doctor a pedido de su esposo, un desesperado empleado ferroviario. Maradona logró salvar a la madre y a su beba. Pero cuando regresó a la estación, el nuevo tren no lo había esperado. Encontró, en cambio, una multitud de enfermos pidiendo que los atendiera.
Y ya no pudo irse. El próximo tren recién pasaría a los tres o cuatro días, y en ese intervalo la gente del lugar y de los campos vecinos acudió a hacerse asistir por el doctor, y todos le pidieron insistentemente que se quedara, ya que no había ningún médico en muchas leguas a la redonda. “Había que tomar una decisión y la tomé… quedarme donde me necesitaban. Y me quedé 53 años de mi vida”, contó Maradona, quien se estableció en Estanislao del Campo, entonces el Paraje Guaycurri, un villorrio formoseño sin agua corriente, gas, luz o teléfono.
A poco de vivir allí, Esteban vio aparecer a los aborígenes de las cercanías, tobas y pilagás. Llegaban de cuando en cuando, como espectros en fuga, miserables, desnutridos y enfermos a los comercios y viviendas de los límites del poblado, ofreciendo canjear plumas de avestruces, arcos, flechas y otras artesanías por alguna ropa o alimento que necesitaban. El corazón de Maradona se conmovió y latió con ellos, con su dolor y su desamparo, y se transformó en un compromiso asumido como obligación moral de hacer algo por ellos, desde entonces y durante toda su vida. Así, en el monte y las tolderías, se escribió el capítulo más admirable de este hombre de extraordinaria riqueza y fuerza espiritual volcada en amor a su prójimo más necesitado. Su labor no se circunscribió sólo a la asistencia sanitaria: convivió con ellos, se interiorizó de las múltiples necesidades que padecían y trató de ayudarlos también en todos los aspectos que pudo. Por todo esto, los indios lo llamaban Plognak, que significa “Doctor Dios” en pilagá.
Durante más de medio siglo curó leprosos y chagásicos, atendió a baleados y engangrenados, fue partero a la luz de la luna y pediatra sin agua corriente. Creó una escuela, enseñó. Y jamás aceptó que le pagaran por sus servicios. “Con el oxígeno del aire y el agua que viene del cielo me basta. No tengo motivos de queja”, repetía Maradona. Sin otro adorno que su simple sencillez narró siempre aquel instante en que perdió el tren y que no sólo cambió su vida sino que mejoró para siempre la de miles de habitantes de las selvas de Formosa y Chaco, y que alcanzó a indios tobas, matacos, mocovíes y pilagás, a criollos y a inmigrantes. No fue poco: logró erradicar de ese olvidado rincón del país la lepra, el mal de Chagas, la tuberculosis, el cólera, el paludismo y la sífilis.
Para lograr sus objetivos, juntó lo que podía y como podía de la ciencia médica traída de la Universidad de Buenos Aires, sus propios y extensos estudios como naturalista, su ingenio y su creatividad y trabajó con métodos y remedios caseros, escribiendo su propia versión del sanitarismo cuando enseñó a sus queridos indios a fabricar ladrillos, a edificar sus casas y a cuidar de su salud.
Reuniendo a unos 400 naturales, fundó con éstos una colonia aborigen. Inspirado por la riqueza natural del monte formoseño, escribió una veintena de libros. Varias veces le ofrecieron cargos públicos, pero nunca los aceptó.
Propuesto para el premio Nobel de la Paz y declarado Ciudadano Ilustre de Rosario –donde vivió sus últimos años junto a su familia–, él aseguraba: “Yo nunca pensé en ser profesor ni científico, ni mucho menos ilustre, como andan diciendo por ahí. Los periodistas me hacen propaganda, pero yo soy un médico del monte, que es menos aún que un médico de barrio”. Maradona falleció en Rosario, el sábado 14 de enero de 1995, seis meses antes de cumplir los 100 años.

jueves, 2 de julio de 2015

SOMETER Y DOMINAR


Resultado de imagen para garrotazo en la cabeza


En el Génesis se lee que, tras crear Yahvé a la primera pareja, les bendijo diciendo: Procread y multiplicaos, henchid la Tierra, sometedla, y dominad sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo, y sobre los ganados y sobre todo cuanto vive y se mueve sobre la Tierra.
La interpretación literal de este mandamiento divino explica algunas de las perversiones de nuestro modelo. No olvidemos que, por la fuerza homogeneizadora de la globalización, hoy la mayor parte del mundo vive en el modelo Occidental, que hunde sus raíces en la tradición judeocristiana. Los mandamientos de la Biblia han determinado nuestra concepción del bien y del mal, primero desde una perspectiva religiosa, luego moral y después jurídica, en cuanto la mayoría de las leyes están basadas -aunque el propio legislador no lo sepa- en el código moral inserto en aquel Texto sagrado. El proceso por el que las leyes han absorbido los viejos códigos morales es sencillo. Los primeros filósofos del Derecho afirmaban que una ley no era tal si no incorporaba una norma moral, de este modo las leyes no son más que la moral que se impone con una fuerza terrenal (y no divina) de obligar.
Y no nos engañemos, el deicidio y su sustitución por la Diosa Razón, supuso el progreso de la separación entre el poder civil y el religioso, pero no mejoró la calidad del código en sí mismo. Este se tradujo en una moral colectiva que inspiró las leyes sociales y normativas.
Sin duda la imposición de un código moral “avanzado” a una población inculta y bárbara fue un avance considerable. El sociobiólogo Edward O. Wilson lo explicaría como un código genético ideal para garantizar la supervivencia y proliferación de la especie: desde el “no matarás”, en adelante, cada mandamiento puede contemplarse como una ordenación social orientada a evitar el exterminio de la raza y su mejor desarrollo.
Al margen del origen del código, quizás lo más importante sea responder a la pregunta de si sigue siendo hoy día un “avance” o es más bien un lastre en la “evolución” humana. A mi juicio parece claro que cada vez se hacen más evidentes los efectos secundarios que tenía el código inoculado y grabado en la sangre colectiva. Las ideas que permitieron el desarrollo de la sociedad en un momento histórico hoy se están convirtiendo en un lastre para que se dé un nuevo salto evolutivo.
Así, el mandato divino dirigido a la Humanidad de someter y dominar pronto se parceló: cada tribu/raza/religión/nación se consideró con derecho divino a someter y dominar la Tierra y a los demás seres humanos. Pero es que incluso, cada individuo se atribuyó el derecho a dominar y someter a los demás y a disponer como propio de todo cuanto vive y se mueve sobre este mundo. Esto ha conducido a que tengamos una relación de propiedad con todo lo que nos rodea e incluso con nuestro propio cuerpo o nuestros seres queridos. Y esta relación no se concibe desde el respeto y la responsabilidad, sino desde la posibilidad de hacer nuestra santa voluntad.
Esta concepción del mundo explica esa actitud general -política y social- de poner todo y a todos a nuestro servicio. Desde esta perspectiva vital es ciertamente complicado que pueda existir una verdadera actitud de servicio público, entendida como poner nuestra vida y esfuerzo al servicio de los demás. Y sin esa actitud generosa de servicio, se hace imposible imaginar una sociedad civil que asuma las responsabilidades que demandamos en este blog. Tampoco es posible una democracia sin personas capaces y dispuestas a renunciar a su propio beneficio para poner su tiempo y dedicación al servicio de la sociedad.
Pero es que el código también explica la relación psicológica de propiedad que hemos establecido con “nuestros derechos”, concepción en la que eludimos cualquier idea de responsabilidad personal para su realización. Y así nos va, en un panorama en el que cada individuo se cree con derecho a todo por la gracia divina.
El código también permite entender el clima de permanente conflicto social en el que vivimos. Nunca hemos tenido más medios a disposición de la justicia y nos la encontramos desbordada y desorientada, sin capacidad para poner paz en los profundos y abundantísimos conflictos con los que se enfrenta.
Este permanente conflicto ha determinado la paralela evolución del Derecho, como dique de contención, hacia un Derecho patrimonial basado en la protección de los intereses económicos de sujetos en conflicto. Tan centrado en la propiedad está el Derecho privado, que hay quien lo define como el que regula las relaciones entre patrimonios más que entre personas. En esa concepción, el contrato es el centro del Derecho y rige la relación en la cual yo doy algo mío y tú a cambio me das algo tuyo que equivalga. A partir de esta partícula simple se crean estructuras más complejas, pero inspiradas en el mismo principio.
Aunque no hayamos estudiado Derecho, esta concepción está adherida a cada una de nuestras neuronas y opera como uno de los filtros a través de los cuales vemos la realidad; y, así, en nuestras relaciones personales, valoramos a los demás en función de lo que nos pueden aportar. Las relaciones con los demás las medimos aplicando la balanza de la justicia: yo doy tanto y debo recibir el equivalente.
La aventura de la inteligencia (y, por cierto, también de la libertad) comienza cuando asumimos que todos de algún modo hemos interiorizado los códigos; que todas nuestras ideas y pensamientos quizá no sean nuestros, sino que han sido ‘programados’ como parte del código sobre ‘cómo vivir y pensar en sociedad’. La pregunta de ¿qué pasa si lo que pienso y siento no es más que una mentira? es siempre el principio de todo. El código de dominar y someter está impreso con una fuerza expansiva en todos nosotros y determina buena parte de nuestros pensamientos y acciones. Parece importante, por tanto, empezar por cuestionarse cuáles de nuestras conductas y actitudes están siendo condicionadas por el mandato bíblico.
Quizá sea el momento de plantearnos si el sentido literal de someter y dominar debe seguir inspirando el modelo. Quizá convendría recordar cuestiones tan básicas como que la vida en sociedad solo puede funcionar desde una actitud de responsabilidad hacia lo que ocurre a nuestro alrededor. Que una democracia solo merece tal nombre si está integrada por ciudadanos formados, dispuestos a poner su esfuerzo en atender a las cuestiones de la polis. Lo contrario es un jardín de infancia de niños mimados peleando por sus juguetes y con intención de dominar sobre todo el patio.

miércoles, 1 de julio de 2015

Buitres Dart y Elliott velan armas para el default griego


Si Grecia entra en default y no consigue llegar a tiempo con los fondos para pagar su deuda externa privada, habrá dos personas (quizá algunas más) que festejarán. Son Kenneth Dart y Paul Singer, que desde junio de 2012 a noviembre 2013 compraron bonos griegos emitidos el 2 de mayo de 2010, días antes del primer rescate de la troika.
Publicado el 1 julio 2015
Por Carlos Burgueño
Si Grecia entra en default y no consigue llegar a tiempo con los fondos para pagar su deuda externa privada, habrá dos personas (quizá algunas más) que festejarán. Son Kenneth Dart y Paul Singer, que desde junio de 2012 a noviembre 2013 compraron bonos griegos emitidos el 2 de mayo de 2010, días antes del primer rescate de la troika.
Lo hicieron a través de los fondos Elliott Managment y Elliott Associates (en el caso de Singer, que para la Argentina utilizó otra firma, la NML Elliott) y Dart Managment (de Kenneth Dart, que en el país usó la marca EM Limited).
Se sabe que entre ambos fondos especulativos adquirieron entre 3.000 y 4.000 millones de euros, una cifra casi insignificante frente a los más de 206.000 millones reestructurados en ese llamado de 2010 y mucho más contra los más de los casi 317.094 millones de euros actuales; pero que, como en el caso argentino, podrían demoler cualquier intento de tercera reestructuración griega.
Ahora esperan que el gobierno griego de Alexis Tsipras, tras anunciar formalmente que no podrá hacer frente a los vencimientos privados, llame a una nueva reestructuración que incluya quitas, para luego comenzar a operar donde más saben: en los tribunales de todos los mercados internacionales donde Grecia tiene emitidos sus papeles de deuda soberana para plantear que Atenas incumplió con lo prometido y reclamar que se les pague el 100 por ciento del pasivo, más intereses, multas y punitorios.
Luego, si esto ocurre, comenzará un proceso similar al que los fondos buitre aplicaron en casi todo el globo desde 1990 hacia delante, y que incluye casos como Rusia, Perú, Nicaragua, Brasil, Turquía, Polonia, El Salvador, casi todo el continente africano y, obviamente, Argentina.
Verdadero “juicio del siglo”
Si efectivamente el reclamo de Elliott y Dart termina en un juicio contra el país, se convertirá en el caso más importante e impactante de todos los anteriores, incluyendo el default local de 2002 y el posterior “juicio del siglo”, no tanto por su monto (más de 300.000 millones de euros frente a algo más de 100.000 millones de dólares para el caso argentino) como por la importancia de la víctima elegida, sino por su importancia geopolítica.
Si en el caso de la Argentina la decisión del mundo desarrollado fue dejar solo al país, en el caso griego Dart, Elliott y compañía desafiarán a los países más importantes de Europa, que en su momento garantizaron la reestructuración griega de 2010 y la emisión de la deuda.
Con aviso
A diferencia del caso argentino, los fondos buitre no actuarían bajo el efecto del factor sorpresa. Singer le había advertido a Grecia en enero de 2014, durante el Foro Anual de Davos, que iniciaría un combate judicial si no cumplía con las “condiciones pactadas por la troika” (FMI, Banco Central Europeo y la Comisión Europea) en 2012.
Más artilugios
Elliott y Dart tienen también preparado el argumento para operar sobre los seguros contra default (CDS) bajo los cuales está emitida la deuda griega. Según los fondos buitre, estas cláusulas sólo se activan mientras la reestructuración de 2012 esté operativa, pero no cuando este plan de rescate haya caído. La estrategia judicial es que una vez caída en default y sin las protecciones de los CDS de 2012, las condiciones de emisión pasan a ser las mismas que antes de las reestructuraciones; esto es, sin protecciones judiciales.
Se supone que los fondos buitre adquirieron bonos a bancos privados que recibieron esos papeles en la reestructuración de 2012, pero que al ver los números de las variables de ese país luego del primer canje decidieron desprenderse de esos títulos públicos a un precio de, se estima, el 50 por ciento de su valor de mercado.
Empresas y Puerto Rico
Grecia no es el único objetivo de los fondos buitre en estos tiempos. Mientras continúan la batalla contra la Argentina, tienen en la mira a empresas como Petrobras, Samsung y Alcatel. Y, como corolario, preparan una embestida contra Puerto Rico, que este lunes declaró, a través de su gobernador Alejandro García Padilla, que su deuda “es impagable”.