viernes, 9 de marzo de 2018

CHINA: TROLLEANDO EL SISTEMA

Hace ya unos años empecé a percatarme que al timón del inmenso navío que es la economía china, una vez escarmentados de florituras ideológicas, habían situado a gente realmente competente. Libres de los prejuicios y supersticiones que la doctrina neoliberal impone en Occidente, haciendo del pragmatismo bandera, han hecho suya la máxima de gato negro, gato blanco, lo importante es que cace ratones.
En China, la propiedad del suelo es pública (el Estado concede permisos para su uso), sin embargo, empresas públicas chinas salen con los bolsillos llenos a comprar grandes extensiones de tierras fértiles y bien irrigadas en países pobres.
Hace poco comentaba cómo la china Geely se había convertido en la mayor accionista de Daimler AG (Mercedes-Benz…), después de tragarse otras míticas marcas europeas: Lotus y Volvo. Sin embargo, si una compañía extranjera quiere producir coches en China, tiene que asociarse a una local (para aprovecharse del conlcimiento adquirido en ese maridaje forzado). Ni hablar por supuesto de intentar hacerse con el control de una compañía china (muchas de las cuales son, de hecho, de propiedad estatal).
Sin salir del ámbito de la automoción, China National Chemical Corp (ChemChina) compró en 2015 la italiana Pirelli, y poco después la misma compañía dió la gran campanada anunciando la compra del gigante Syngenta , líder en biotecnología. ChemChina es, por cierto, una empresa de capital público (de esas que se dice que no funcionan y hay que privatizar).
Y la jugada maestra de todas estas adquisiciones, aprovechándose que las economías occidentales están sumidas en el fervor liberalista mientras China aplica un inteligente proteccionismo, es con qué dinero se han realizado todas estas compras: deuda. Montañas de deuda que llevan los múltiplos de endeudamiento de las empresas chinas a un extremo más allá del absurdo, en el terreno de lo grotesco. Empresas públicas enchufadas directamente al grifo de crédito de una banca también controlada por el Estado, un Estado que tiene la capacidad de “imprimir” todos los yuan que desee. El truco es tan sencillo y poderoso como que el Estado chino “imprima papelitos” (aún más simple, porque la inmensa mayoría de la masa monetaria son apuntes en cuenta, así que sólo hay que teclear una cifra en el ordenador), dárselos a tu banco para que a su vez se los preste a tu empresa, guardando así las apariencias frente al enemigo de narices gordas, cambiar esos papelitos a los que el mismo Estado dota de valor por euros o dólares y, con los bolsillos llenos, salir por el mundo adelante haciendo compras de activos estratégicos para el futuro de la economía china.
Imprimir papelitos a mansalva tiene, bien es verdad, un pequeño inconveniente: induce la depreciación de la divisa local (además de producir inflación, pero como esos yuanes van camino del exterior, en todo caso exportan inflación a los mercados de capitales extranjeros). Pero realmente, esta depreciación (en cualquier caso, controlada, por la cotización del remimbi es de fluctuación sucia) es un fenómeno deseable, pues contrarresta la tendencia a la apreciación del remimbi fruto del generoso superávit comercial que mantiene China con el resto del mundo, apreciación que erosionaría la competitividad de la economía china.
Dicho de otra forma, a China le sale gratis lanzarse a comprar activos en el resto del mundo, financiándolos con una ilimitada capacidad de generar deuda. De hecho, el problema sería no hacerlo, pues revalorizaría el remimbi y sufriría su maquinaria exportadora.
Un sistema tan simple y poderoso como un fenómeno atmosférico, que ha identificado y se aprovecha de las debilidades del paradigma económico dominante en el mundo. Chapeau!
La cuestión es que, para poder defenderse, la víctima tendría que abjurar de su credo y, por ahora, prefiere ser fagocitada a cuestionarse el dogma.
Cada pueblo…

miércoles, 7 de marzo de 2018

DESDE ESPAÑA

El cardenal Osoro y el Opus Dei se solidarizan con la huelga patronal encubierta del 8 de marzo



Si el apoyo masivo de los medios de comunicación de masas capitalistas a la huelga feminista del 8 de marzo ya nos daba una gran pista sobre los intereses que se esconden detrás de la promoción de este evento (
Las periodistas que todos los días defienden el liberalismo económico se suman a la huelga del 8 de marzo), el apoyo público de otro de los grandes aparatos ideológicos del Estado, la iglesia, es ya la prueba definitiva del interés del Estado y del capitalismo en la huelga del 8 de marzo.

Parece que el esfuerzo adoctrinador del izquierdismo paraestatal (con los troskistas postmodernos de Podemos a la cabeza) no ha sido suficiente para convencer a las masas obreras (al menos a la parte más consciente) del absurdo que supone secundar una huelga que va totalmente en contra de sus intereses, cuyo objetivo es pedir más capitalismo y más explotación, y para lo cual pretende utilizar a las mujeres de la clase obrera como esquiroles contra los hombres (es decir, contra sus hijos, hermanos, padres y amantes). Debido a lo difícil que resulta conseguir algo así, al Estado no le ha quedado más remedio que recurrir a medidas extremas para intimidar a las masas, a riesgo de que con ello se le acabe viendo el "plumero". Y es que ¿qué mejor que recurrir a algo que durante tanto tiempo le ha dado tantos y tan buenos resultados? A los propagadores por excelencia del miedo irracional y de la superstición: El Cardenal Osoro dice en un acto del Opus Dei que hay que apoyar la huelga feminista porque hasta la virgen María lo haría


El cristianismo encaja perfectamente con el carácter negador de la vida que subyace bajo el capitalismo; por eso, desde su aparición, el capitalismo ha tenido en el cristianismo a uno de sus mejores aliados. De igual modo, el deseo de anular, por parte del feminismo, las pulsiones instintivas que mueven a hombres y a mujeres de un modo diferente, es exactamente lo mismo que ha buscado desde hace siglos el puritanismo religioso. Por todo ello, era sólo cuestión de tiempo que los caminos del feminismo, del capitalismo y del cristianismo terminaran confluyendo, con el fin de unir fuerzas en la consecución de un objetivo común (El feminismo tiene un nuevo aliado: el Papa Francisco).

El feminismo ha alcanzado en nuestros días la categoría de dogma incuestionable, demostrando con ello el espíritu oscurantista, conservador y reaccionario propio de una religión. El feminismo actúa hoy como un prejuicio de tipo religioso entre muchas personas y agrupaciones que dicen oponerse al capitalismo, impidiéndoles así analizar y cuestionar de un modo objetivo la realidad (desvía la atención del verdadero problema), lo cual facilita -como se ha facilitado siempre mediante otros métodos- la perpetuación del orden establecido.