miércoles, 25 de junio de 2014

Erasmo de Rotterdam la elogió, pero ¿estamos todos los que somos?, ¿de que lado de las tres dimensiones?

¿Hasta donde varía el field de la balanza y quien es el espectador?


Locura, encierro y disidencia

Hoy se cumplen treinta años de la muerte de Michel Foucault en el Hospital de La Salpetriere víctima de uno de los más aterradores dispositivos de poder del Estado Clínico: el SIDA. Como homenaje y recordatorio, os avanzo la reseña que he preparado para la revista Isegoría del reciente libro de Valentín Galván El Evangelio del Diabloen el que se hace una magnífica relectura de la Historia de la locura cincuenta años después de su primera edición en Francia.



"Los locos son, sobre todo, víctimas individuales de la dictadura social.
En nombre de la individualidad que pertenece específicamente al hombre,
demandamos la liberación de esas gentes, convictas de sensibilidad.
Porque aseguramos a ustedes que no hay leyes suficientemente poderosas
para encerrar a todos los hombres que piensan y actúan".

Antonin Artaud. Carta a los directores médicos de los manicomios.

Cuenta una leyenda que el autor del Códice del Diablo fue un monje benedictino condenado por herejía a ser emparedado vivo y que se comprometió a escribir una obra monumental alabando a Dios en una sola noche, cosa que logró con la ayuda del diablo.

No sabemos si Foucault recibió ayuda del diablo para escribir el conjunto de su obra; quizá por no lograr finalizarla fue por lo que acabó encerrado tras los muros del Hospital General, la más siniestra encarnación del poder desplegado —en múltiples direcciones— por el Estado Clínico. Lo que sí sabemos es que la herejía primera de Foucault, su desafío a ese aparato de normalización, fue su tesis doctoral y es el motivo —cincuenta años después— de El evangelio del diablo, el nuevo libro de Valentín Galván, doctor en Filosofía y profesor en la Universidad Juan Pablo de Olavide.

En este caso, y a diferencia de su anterior Vagos y maleantes (Virus, 2010), se trata de un libro coral a modo de análisis-homenaje con los muchos atractivos y pocos inconvenientes que ello supone. Tras una breve presentación de Galván encontramos dos bloques bien diferenciados —uno de carácter analítico; el otro, histórico— ambos con el aliciente de un texto de Foucault inédito en español como puerta cancel.

Un arqueólogo en los archivos de Upsala


Estos dos textos atañen a las dos cuestiones básicas que podemos plantear en torno a la Historia de la locura: el desmontaje teórico de la conceptualización psiquiátrica de la locura y las acciones que ha desatado no sólo en el campo estricto de la psiquiatría sino desbordándose hacia otros territorios conectados como la sociología, la etnología o las ciencias políticas.

El texto de Foucault que abre la primera parte del evangelio del diablo está dedicado a precisar las cuatro formas en las que él entiende que se desenvolvió esa oposición, las dos primeras chocantes contempladas con la perspectiva de los años: por una parte aquella psiquiatría que quiso imponer la misma simplificación que Pasteur había impuesto en el hospital médico reduciendo su intervención a la cirugía y los psicofármacos; por otra parte, la psicoterapia analítica que procedería mediante un ajuste de las relaciones de poder entre médico y paciente circunscritas al diván y cuya forma más popular es el psicoanálisis.

Las dos formas restantes son las que habitualmente identificamos con el concepto histórico de antipsiquiatría: la protagonizada por los trabajos de Laing Cooper, en las que las relaciones de poder se reducen a cero y que implican una reestructuración institucional y, más allá, la desmedicalización del espacio en el que se produce la locura que dejaría de ser tarea del médico para convertirse en un descenso a los infiernos del paciente que vive así con toda intensidad su experiencia de alienación y retorna transformado; y una cuarta —en la que se encuadrarían Basaglia yGuattari— y que se propondría como objetivo la destrucción de las relaciones de poder que han creado al enfermo y la propia locura, es decir, implicarían un "combate político" que supone un cambio individual. Basaglia: "no se puede transformar el mundo sin transformarse a sí mismo". En definitiva, el resurgimiento de la locura como conciencia cósmica expresada en el arte y la literatura: ArtaudNietzscheRachmaninofVan GoghRimbaud... la locura como transgresión de los límites para alcanzar el absoluto, para entrar en el territorio de lo esencial, de la pérdida del yo: la experiencia límite que en el caso de Foucault estoy convencido no fue, como algunos afirman, el SIDA, la muerte sórdida entre los muros de La Salpetriere, sino la escritura.

El encierro racional de la locura


La segunda parte arranca con un breve texto que reproduce una entrevista inédita de 1961 de la que se extrae su título: No existe cultura sin locura. Afirmación tan simple en su formulación como provocadora en sus implicaciones y que podría resumir los desafíos esenciales de Foucault en su tesis doctoral que el libro coordinado por Galván retoma y pone en perspectiva sorteando los peligros de la heterogeneidad propia de las recopilaciones.

Pero a pesar de su título, la Historia de la locura no es un libro de historia, sino un viaje al corazón de los archivos, una prospección arqueológica que procede levantando capas estratificadas bajo los conceptos para poner en evidencia que "lo que es no ha sido siempre", que las evidencias y las certezas han sido fabricadas y por lo tanto "a condición de que se sepa el modo en que han sido hechas, pueden ser deshechas". La locura -concluye el arqueólogo del discurso— no es un hecho natural, sino cultural, e incluso consustancial a la cultura.

Así, desde el humanismo —que rompe con las resonancias místicas y misteriosas que la locura poseía en el medievo y la encierra en el "universo del discurso"— hasta hoy —no únicamente el hoy de Foucault, sino el nuestro, que ha llevado a extremos aberrantes el cientificismo cuyos efectos de poder señaló el propio Foucault— la locura ha quedado atrapada dentro de la razón, justificada por la razón y transformada en una forma de razón.

Y como hilo conductor material de esa evolución, diríamos que como testigo arquitectónico, el Hospital General, cuyo edicto dado en el mes de abril de 1657 reza "para el encierro de los pobres mendigos de la ciudad y de los alrededores de París" sobre el que Foucault precisa: "un hecho está claro: el Hospital General no es un establecimiento médico. Es más bien una estructura semijurídica, una especie de entidad administrativa, que al lado de los poderes de antemano constituidos y fuera de los tribunales, decide, juzga y ejecuta". De ahí que la arremetida de Foucault no sea simplemente una crítica conceptual, sino la primera piedra para un "combate político" mediante el cual podamos deshacer las cosas que fueron hechas. Tuke, citado por Foucault: "el principio del miedo, que raramente disminuye con la locura, está considerado como muy importante en el tratamiento de los locos". Y el miedo se materializa en el "gran encierro" de los locos, pero también de mendigos, vagabundos, blasfemos, libertinos... los "antisujetos" deRamón García.

No es de extrañar que ante el brutal trabajo de arqueología de campo realizado por Foucault en su tesis, se granjeara el calificativo de "psiquiatricida". La psiquiatría institucional, responsable de la construcción de la enfermedad mental a base de parodiar —dice Szasz— conceptos científicos, responsable de la objetivización de la enfermedad mental mediante la condena moral y práctica judicial, quedaba en evidencia como herramienta de control y no perdonó a Foucault, a decir de Mario Colucci, que les recordara que "sus magníficos manicomios procedían de los lazaretos".

 La difusión internacional


La segunda parte de El evangelio del diablo da cuenta —gracias a un laborioso ejercicio de traducción múltiple— de la recepción irregular de la Historia de la locura en Francia, Estados Unidos, Canadá, Argentina, México, Brasil y España. Una acogida irregular con diferentes grados de influencia y complejos avatares imbricados con otras obras de Foucault y las dinámicas propias de cada territorio.

Así, las ediciones del 61 y 63 en Francia contribuyeron a proporcionar una base teórica a la antipsiquiatría francesa impulsando su acción política y conectándola con la lucha contra las prisiones. En América del norte sin embargo, y pese al abrumador éxito de las visitas de Foucault, su actividad se limitó al terreno intelectual con una moderada influencia sobre los movimientos de resistencia a la institución psiquiátrica. 

A Argentina llegó Foucault por vía mexicana, las primeras ediciones de Paidós, pero obviamente no pasaron el filtro de la dictadura y sólo publicaciones minoritarias en círculos de resistencia difundieron sus ideas que cobraron fuerza a partir de los ochenta hasta llegar a una explosión que alcanza el mundo académico en los noventa. En cuanto a Inglaterra, modesta influencia en la antipsiquiatría donde Laing y Cooper mantenían su independencia intelectual aunque confluyente en acciones y reivindicaciones por las que se vieron acusados de beneficiar los proyectos de recorte social de la derecha. En México, compleja influencia foucaltiana en múltiples ámbitos: filosofía, medicina, historia, lingüística, literatura, sociología, etnología y ciencias políticas; y en Brasil la corriente más importante del movimiento antipsiquiátrico tomará su inspiración de Foucault. 

Finalmente, en España, la presencia de Foucault se vio mediatizada por la transición política y a decir de Galván, sus ideas generaron un pensamiento aparentemente anarquizante, pero "en realidad fácilmente digerible por el sistema", llegándose incluso a la paradoja de que los propios funcionarios de prisiones utilizaron sus ideas para perfeccionar los mecanismos represivos, según denunciaría el propio Foucault.

Control a ambos lados de la frontera



Pero el "tercer grado de la represión" con el que Foucault definía el gran encierro, no supone sólo el control de los locos, que ya no son locos sino enfermos mentales, sino el de los cuerdos que ya no son cuerdos sino sanos. El saber psiquiátrico amparado en la ciencia redefine las fronteras y el loco deja de ser un personaje inquietante o místico para convertirse simplemente en un peligro social.

"El Juez o Tribunal podrá acordar el internamiento en un centro psiquiátrico del sujeto que haya sido declarado exento de responsabilidad criminal conforme al número 1.º del artículo 20, o al que le haya sido apreciado esa eximente con carácter incompleto, si tras efectuarse una evaluación exhaustiva del mismo y de la acción que llevó a cabo, exista base suficiente para concluir que, debido a su trastorno, es posible prever la comisión por aquél de nuevos delitos de gravedad relevante".

No, no es una disposición de siglos pasados. Se trata del artículo 98 del Anteproyecto de reforma del Código Penal español presentado al Consejo de Ministros en octubre de 2012 y rozando en estos momentos las etapas finales para su aprobación.

Encierro indefinido por delitos no cometidos y sin responsabilidad criminal. Independientemente de que este anteproyecto acabe o no convertido en ley, el mero hecho de proponerse es suficientemente significativo de los tiempos que corren, en los que parecen cobrar inquietante significación las palabras de Szasz: “Los hospitales mentales son los campos de prisioneros de nuestras guerras civiles no declaradas ni expresadas”.

Más allá de Foucault



Plantea Foucault que el hospital psiquiátrico se despega del hospital médico a partir del siglo XIX cuando Pasteurintroduce la teoría microbiana como causa de enfermedad. En este sentido, el descubrimiento de una causa "real" para las enfermedades llamémoslas "físicas" sitúa al hospital médico en otro espacio regido por otras dinámicas: ya no hay producción de la enfermedad, sino una causa real que se diagnostica. Por su parte, en el hospital psiquiátrico, a pesar del esfuerzo de las disciplinas científicas psiquiátricas por somatizar la enfermedad mental, la dinámica continúa siendo de conjuro y producción: Pasteur frente a Charcot, diagnóstico real de lo somático que se ha expandido hasta lo indecible gracias a la tecnología, frente al diagnóstico ficticio de lo mental, de lo incorpóreo, en definitiva, de lo construido.

Sin embargo, el método arqueológico de Foucault puede aplicarse igualmente a la biología o a la medicina. A partir del siglo XIX comienzan a sentarse las bases de lo que podríamos llamar medicina moderna y que se convirtieron en factores claves para la unidad de pensamiento y práctica médica inexistentes hasta ese momento: farmacología, teoría microbiana, procedimientos estadísticos y diagnósticos, y por supuesto la proscripción y persecución de quienes a decir de Foucault controlaban un "corpus técnico de curación": las comadronas, las damas de misericordia, los charlatanes, los magos, los chapuceros, los hospitalarios, los monjes, las religiosas, los droguistas, los herboristas, los cirujanos, los boticarios... en definitiva, esa estirpe que ahora es calificada desde los sectores del fundamentalismo científico como pseudociencias.

Lo que Foucault no tuvo tiempo de ver es que la distinción entre lo normal y lo patológico ha devenido tan artificial en la medicina de lo mental como en la medicina de lo corporal porque depende del consenso científico como dispositivo de poder que se materializa y concreta en el primer caso en las sucesivas ediciones del DSM y en el segundo en las directrices promulgadas por los CDC del Servicio de Salud estadounidense.

Así, del mismo modo que la función de la psiquiatría institucional como sostenedora de los lugares de encierro pero también de producción y definición de la enfermedad mental condujo al nacimiento de la antipsiquiatría, la función de la medicina institucional que produce y define la enfermedad orgánica y contribuye al encierro virtual de la humanidad en un afuera medicalizado, compartimentado y ordenado debe ser combatido desde una antimedicina que se oponga no al saber médico, sino al poder medico-farmacológico.

Jesús García Blanca

El evangelio del diablo. Foucault y la Historia de la locura,
Valentín Galván (Coord.), Madrid, Biblioteca Nueva, 2013.

Más sobre Valentín Galván/Foucault:
Reseña de De vagos y maleantes. Valentín Galván. Barcelona, Virus, 2010:

miércoles, 18 de junio de 2014

La confusión de conceptos es el campo fértil para que los garcas nos impongan sistemas, leyes, convenios, contratos y pactos que sistemáticamente son violados por los poderosos obviamente para su provecho y nuestra desgracia.



CONFUNDIR ES IMPRESCINDIBLE PARA EVITAR LA REBELIÓN DEL SOMETIDO



Hay muchas ideas que han salido del contexto de la ciencia para entrar en el lenguaje cotidiano. Desafortunadamente, la mayor parte de las veces usamos estos conceptos de maneracompletamente errónea. Hemos pedido a un grupo de científicos que nos diga cuáles son los conceptos que, según ellos, suscitan más malentendidos. Son estos diez.


1) Prueba

El físico Sean Carroll explica lo siguiente:
Diría que "Prueba" es el concepto científico peor entendido del mundo. Tiene una definición técnica: demostración lógica de que ciertas conclusiones provienen de ciertos principios. Sin embargo, en el habla cotidiana se utiliza como sinónimo de "evidencia fuerte de algo". Eso genera malentendidos entre lo que los científicos dicen y lo que el ciudadano normal entiende, porque los científicos hablan con la primera definición en mente, y según esa definición, la ciencia nunca prueba nada en realidad.
De esta manera, cuando nos preguntan: "¿Cuáles son las pruebas de que evolucionamos de otras especies?" o "¿Realmente puede probar que el cambio climático está causado por la actividad humana?" tendemos a dudar en vez de contestar: "Por supuesto que sí". La ciencia nunca prueba nada, sino que crea teorías cada vez más exhaustivas y fiables sobre el mundo, pero que están sujetas a modificaciones y mejoras. Esa es una de las claves de su funcionamiento.

2) Teoría

El astrofísico Dave Goldberg tiene una teoría sobre el término teoría (valga la redundancia):
El público en general (y las personas con un hacha ideológica que blandir) equiparan el término "teoría" con "idea" o "suposición". Sin embargo, las teorías científicas son sistemas completos de ideas que pueden ser refutadas por la evidencia o por un experimento. Las mejores teorías (entre las que incluyo la Teoría Especial de la Relatividad, la Mecánica Cuántica o la Evolución de las Especies) llevan más de cien años soportando intentos de refutarlas por parte de personas que se creen más listos que Einstein, o a los que no les gusta cómo esas teorías afectan a su sistema de creencias sobre cómo funciona el universo.
Finalmente, las teorías son flexibles hasta cierto punto. Una parte de la teoría puede revelarse inexacta sin que toda la estructura de la teoría se venga abajo. La Teoría de la Evolución, por ejemplo, se ha ido adaptando con el paso de los años, pero en esencia sigue diciendo lo mismo. El problema con la frase "es solo una teoría" es que implica que una teoría es algo pequeño, y no es así.
10 conceptos científicos que usamos de manera incorrectaEXPANDIR

3) La incertidumbre cuántica y la rareza cuántica

Goldberg añade otro concepto que ha sido malinterpretado de forma aún más peligrosa que "teoría". Se trata de los conceptos de "incertidumbre cuántica" y "rareza cuántica" que algunos han esgrimido con fines espirituales.
Este concepto mal utilizado viene de una explotación de la mecánica cuántica por parte de ciertos gurús de la espiritualidad y la autoayuda y se resume muy bien en la aberrante película titulada "What The Bleep Do we Know" (¿¡Y tú qué sabes!?).
La mecánica cuántica es famosa por el principio de incertidumbre. Cuanta mayor certeza se busca en determinar la posición de una partícula, menos se conoce su cantidad de movimientos lineales y, por tanto, su masa y velocidad. La posición del observador interfiere con la función observada de manera no determinista.
Sin embargo, el hecho de que el universo no sea determinista, no significa que seamos nosotros los que estamos al mando. Es destacable y francamente alarmante cómo algunos asocian la incertidumbre cuántica con la ideal del alma, de la mente sobre la materia y otras ideas de la pseudociencia. Al final, estamos hechos de las mismas partículas cuánticas que toda la materia, pero eso no nos da superpoderes latentes.

4) Aprendido vs Innato

La bióloga evolucionista Marlene Zuk explica:
Uno de mis errores favoritos es el de los conceptos de "aprendido" e "innato" relativos al comportamiento. La primera pregunta que me hacen cuando hablamos de comportamientos es si son genéticos o no. Esto es un absoluto malentendido porque todos los rasgos son el resultado en parte de los genes, y en parte del entorno. Es la diferencia entre un rasgo u otro la que tiene origen genético o ambiental, no el rasgo en sí. Si separamos a dos gemelos idénticos y ambos acaban hablando idiomas diferentes, la adopción del rasgo es claramente aprendida, pero en ambos casos existe un componente genético que es el que nos permite hablar, sea cual sea el lenguaje.
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5) Natural

El biólogo Terry Johnson está muy cansado de la gente que malinterpreta esta palabra:
"Natural" es una palabra que se ha utilizado en tantos conceptos que ya nadie sabe a qué se refiere. El uso más simplista y erróneo es el que se refiere a natural como un término para distinguir fenómenos que ocurren a causa del ser humano de fenómenos que no, como si el ser humano y sus obras no tuvieran nada que ver con las de los castores, o las abejas.
El término "natural" referido a alimentos es aún más resbaladizo. Se refiere a distintas cosas según el país. En Estados Unidos, por ejemplo, la FDA le ha dado un sentido de orgánico, que es otro término muy ambiguo. En Canadá, puedes etiquetar un maíz como natural si no lleva aditivos, pero es el resultado de miles de años de hibridación y selección hecha por el hombre.

6) Gen

Johnson muestra incluso más preocupación sobre los malos usos de la palabra "gen":
Hicieron falta 25 científicos discutiendo dos días seguidos para llegar al acuerdo de que un gen es "una región localizada de la secuencia genómica que corresponde a una unidad hereditaria, la cual está asociada con regiones regulatorias y/o otras regiones o secuencias funcionales". En el lenguaje coloquial, un gen es una unidad de información a la que podemos señalar y decir: "Eso hace algo o regula cómo se hace algo". La definición es muy amplia porque querían que fuese así. Hasta hace no mucho tiempo, pensábamos que la mayor parte de nuestro ADN no servía para nada concreto. Lo llamábamos "ADN basura". Hoy hemos descubierto que mucha de esa supuesta basura tenía funciones que no eran obvias a primera vista.
El error más habitual es el uso de la palabra "gen" seguido de la partícula "de" (como en "gen de la adicción" o "gen de la alopecia"). Hay dos problemas con este concepto. El primero es que todos tenemos un gen de la hemoglobina, pero no todos sufrimos de problemas sanguíneos como la anemia. Diferentes personas tienen diferentes versiones de cada gen, denominadas alelos y algunos están asociados a una enfermedad y otros no. Un gen es una familia de alelos. El gen no es malo por sí mismo, sino la versión del mismo que puede tener una persona, que puede resultar problemática.
Lo que me preocupa del concepto "este es el gen de tal o cual cosa" es que populariza la idea de que el gen es culpable de algo, cuando en realidad lo que ocurre es que el alelo tienen una incidencia mayor de padecer una determinada enfermedad. En muchos casos ni siquiera se saben las causas, y es probable que no estén en el alelo en sí.

7) Estadísticamente significativo

El matemático Jordan Ellenberg nos habla de este concepto:
"Estadísticamente significativo" es una de esas expresiones que a la comunidad científica le gustaría poder eliminar y renombrar. Significativo alude a importante, pero el test desarrollado por el matemático británico R.A. Fisher para medir si algo es estadísticamente significativo no mide la importancia ni el tamaño. Se refiere a cuando podemos utilizar herramientas estadísticas para distinguir un dato de cero. En otras palabras, se refiere a estadísticamente discernible o reconocible.
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8) La supervivencia del más apto

La paleoecóloga Jacquelyn Gill señala por qué este concepto se utiliza erróneamente en la teoría general de la evolución:
En lo alto de mi lista de conceptos erróneos estaría, sin duda, el de la "supervivencia del más apto". En primer lugar, no son palabras textuales de Darwin. En segundo lugar, la gente entiende erróneamente el término "apto". En general, existe mucha confusión sobre la evolución, incluyendo la idea de que la evolución es un proceso progresivo y direccional, o que es elegido de manera deliberada por los organismos. La gente no entiende el concepto de selección natural o de que los rasgos no siempre son adaptativos. La selección sexual existe, como también existen las mutaciones completamente aleatorias.
Apto no significa ser el más fuerte o el más listo. Simplemente significa que el organismo se adapta mejor al entorno, lo que puede significar que es el más pequeño, el más venenoso, o el que más tiempo sobrevive sin agua. Para rematar, los seres vivos no siempre evolucionan de una manera consistente con su entorno. A veces simplemente tienen que ver con rasgos que el resto de miembros de la especie consideran atractivos.

9) Las escalas geológicas

El trabajo de Gill se centra en los entornos del Pleistoceno que existieron hace 15.000 años. Muy poca gente se hace una idea de lo que significan las diferentes escalas geológicas.
Un error muy habitual es que el público general no entiende las escalas geológicas. El término prehistórico se resume de tal manera en la mente de la gente que creen que hace 20.000 años las especies eran radicalmente diferentes (no es así), o que había dinosaurios (para nada). El hecho de que los juguetes de dinosaurios vengan acompañados de hombres de las cavernas o mamuts no ayuda mucho.

10) Orgánico

La entomóloga Gwen Pearson trata de aclarar la constelación de términos que se escurren bajo el término "orgánico":
No me preocupa mucho que la mayor parte de usos de la palabra orgánico sean incorrectos en el sentido de que todo lo que contiene carbono suele serlo. Lo que me preocupa es que el término sea utilizado para generar diferencias irreales en la producción de alimentos. Una sustancia puede ser natural y orgánica, y seguir siendo peligrosa y perjudicial para la salud. Las sustancias sintéticas pueden ser más sanas que las orgánicas. La insulina, por ejemplo, viene de bacterias modificadas genéticamente para producirla, y salva vidas cada día.
La confusión de conceptos es el campo fértil para que los garcas nos impongan sistemas, leyes, convenios, contratos y pactos  que sistemáticamente son violados por los poderosos obviamente para su provecho y nuestra desgracia.

Fuente:

 http://es.gizmodo.com/10-conceptos-cientificos-que-usamos-de-manera-incorrect-1591622464

martes, 17 de junio de 2014