miércoles, 7 de marzo de 2018

DESDE ESPAÑA

El cardenal Osoro y el Opus Dei se solidarizan con la huelga patronal encubierta del 8 de marzo



Si el apoyo masivo de los medios de comunicación de masas capitalistas a la huelga feminista del 8 de marzo ya nos daba una gran pista sobre los intereses que se esconden detrás de la promoción de este evento (
Las periodistas que todos los días defienden el liberalismo económico se suman a la huelga del 8 de marzo), el apoyo público de otro de los grandes aparatos ideológicos del Estado, la iglesia, es ya la prueba definitiva del interés del Estado y del capitalismo en la huelga del 8 de marzo.

Parece que el esfuerzo adoctrinador del izquierdismo paraestatal (con los troskistas postmodernos de Podemos a la cabeza) no ha sido suficiente para convencer a las masas obreras (al menos a la parte más consciente) del absurdo que supone secundar una huelga que va totalmente en contra de sus intereses, cuyo objetivo es pedir más capitalismo y más explotación, y para lo cual pretende utilizar a las mujeres de la clase obrera como esquiroles contra los hombres (es decir, contra sus hijos, hermanos, padres y amantes). Debido a lo difícil que resulta conseguir algo así, al Estado no le ha quedado más remedio que recurrir a medidas extremas para intimidar a las masas, a riesgo de que con ello se le acabe viendo el "plumero". Y es que ¿qué mejor que recurrir a algo que durante tanto tiempo le ha dado tantos y tan buenos resultados? A los propagadores por excelencia del miedo irracional y de la superstición: El Cardenal Osoro dice en un acto del Opus Dei que hay que apoyar la huelga feminista porque hasta la virgen María lo haría


El cristianismo encaja perfectamente con el carácter negador de la vida que subyace bajo el capitalismo; por eso, desde su aparición, el capitalismo ha tenido en el cristianismo a uno de sus mejores aliados. De igual modo, el deseo de anular, por parte del feminismo, las pulsiones instintivas que mueven a hombres y a mujeres de un modo diferente, es exactamente lo mismo que ha buscado desde hace siglos el puritanismo religioso. Por todo ello, era sólo cuestión de tiempo que los caminos del feminismo, del capitalismo y del cristianismo terminaran confluyendo, con el fin de unir fuerzas en la consecución de un objetivo común (El feminismo tiene un nuevo aliado: el Papa Francisco).

El feminismo ha alcanzado en nuestros días la categoría de dogma incuestionable, demostrando con ello el espíritu oscurantista, conservador y reaccionario propio de una religión. El feminismo actúa hoy como un prejuicio de tipo religioso entre muchas personas y agrupaciones que dicen oponerse al capitalismo, impidiéndoles así analizar y cuestionar de un modo objetivo la realidad (desvía la atención del verdadero problema), lo cual facilita -como se ha facilitado siempre mediante otros métodos- la perpetuación del orden establecido.

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