domingo, 28 de julio de 2019

MINISTERIO DE LA VENGANZA

Creo que la broma del Ministerio de la Venganza la puse a circular yo. Tengo de testigos a miles de amigos virtuales que usan nombres de fantasía, fotos de Maradona en sus perfiles y mienten con la edad. Todo comenzó hace más de un año, un domingo de lluvia, fútbol codificado que no puedo pagar y la cuenta del gas en la mano. Ahora entiendo que fue una broma pero a la vez no lo fue, como dándole la razón a esa tontería de que todo chiste tiene algo de verdad. La broma era una manera de escapar de las garras de dos males contemporáneos: ser políticamente correcto y la censura de los bienpensantes, de los que no dicen lo que piensan pero que además te enseñan a vos lo que debés decir, pensar y hacer. Ya para censores están los hijos de puta de siempre, los medios, los dueños de las redes y la RAE.Pero ya sé que "la venganza nunca es buena, mata el alma y la envenena", como decía ese pensador contemporáneo que es El Chavo. No es buena porque la desea generalmente aquel que ha perdido, y perder no es bueno. Y porque equivale a odiar, que tampoco es bueno. Ahora, el sentido de esta nota es tratar de entender por qué tanta gente se plegó a la idea y festejó la broma. Y ver qué esperan ellos y yo del futuro. Porque lo curioso es que la incorrección política de la broma, su menefreguismo chiabrandista, involucró inmediatamente a muchos que, como yo, no desean ser educaditos, pero que sobre todo no desean seguir ocupando el lugar del que recibe los palos en el lomo. Están, igual que yo, un poquito hartos, por ser suave.
Todos sabemos que nosotros (cada uno sabe a quién me refiero) tenemos la obligación de ser mejores históricamente que ellos (cada uno sabe), siempre, no importa cuántos muertos tengamos que poner, ¿no? Todo un desafío, eso de poner la otra mejilla todo el tiempo. Podríamos llamarle el síndrome Lennon: pregonar el amor para morir de odio.
Ahora, ¿por qué no vengarse de los que se están vengando en nosotros? Si venganza es lo que el mundo financiero organizó ante esa mínima cuota de independencia que logramos con el kirchnerismo. Y venganza es la que ejercerán nuestros chetos cada vez que puedan. Es así desde la campaña del desierto, como mínimo. Lo tienen en su ADN. ¿Cómo defendernos, entonces, de ese odio desmesurado, asesino, de ese deseo de venganza de carácter global que martiriza siempre a los mismos?
Ya sé que la respuesta no es la venganza sino es la justicia, tonto no soy. "Hay que apelar a la justicia, Chiabrando, dejate de joder con esa broma del Ministerio", me dirá usted. Pero, ¿es que siempre hay una justicia a la que apelar? ¿A qué justicia se encomendará ese pobre negro que se hunde en el Mediterráneo junto a su familia? ¿En qué pensará mientras muere? Yo creo saberlo: en vengarse. ¿De quién? Del que lo puso ahí, aunque no tenga cara, o tenga mil caras.
En lo que a los argentinos respecta, es difícil decir que la justicia es la panacea a tanto dolor cuando está privatizada por esos mismos que se vengan en nosotros. Usan la justicia, es decir la probable solución a nuestras frustraciones, ¡también para vengarse de y en nosotros! ¡Nuestra solución se transforma en un arma para ellos! Es para enloquecer. El mundo según Escher. 
Habrá que ser muy imaginativos en el futuro, entonces. Habrá que crear anticuerpos. Inventar nuevas herramientas, aprender a usar las del enemigo, como los nativos americanos aprendieron a cabalgar los monstruos que traían los conquistadores. Porque mi impresión es que esta justicia privatizada no sirve, y que el amor y la política ya no bastan para enfrentar ese odio y el deseo de venganza del enemigo, además de su tremendo poder de fuego. Aunque baste alguna que otra vez, claro. Y es probable que ahora, en esta coyuntura, baste.
Ya sé, querido amigo, que no se puede construir políticamente desde el odio (qué curioso, ellos lo hacen), sé también que la justicia, por pocas respuestas que dé, y la mayoría de las veces tardía, está para darle algo de paz al que perdió trabajo, familia, cuando no la vida. Y quizá como individuo yo tenga derecho a querer venganza. Pero que como colectivo seguro que no lo tengo. El mundo ha dado muchas vueltas sobre sí mismo como para seguir creyendo en la ley del Talión, en el ojo por ojo. Aunque es evidente que no ha dado las suficientes vueltas si la justicia que reemplazó a esta antigua ley, despoja siempre a los pobres.
Lo que aprendí con esta broma es que si la respuesta a toda esta bronca es la justicia, entonces la política, los políticos, los dirigentes del futuro, deberán buscar la forma de darles -a todos los argentinos que desearían vengarse en quiénes se vengaron en ellos- una respuesta real. Es decir, justicia, pero justicia de verdad, verdadera justicia. ¿Se entiende? La consigna sería: queremos venganza, pero aceptamos a cambio justicia verdadera. Quizá la venganza sirva para pensarla y no para ejercerla. Pensarla calma, ejercerla nos transformaría en monstruos. Y monstruos no somos. Eso deben haber sentido las víctimas de la dictadura y de tantas guerras que no ejercieron ningún tipo de venganza sobre los victimarios. Pero tampoco sirve poner la otra mejilla, porque el enemigo (aunque le llamemos contrincante, es el enemigo), te la va a moler a golpes. Es un enemigo que busca aniquilarte, simbólicamente y en la carne, en la vida. ¿Puede un país, la parte más pobre y más castigada, seguir poniendo la mejilla hasta que quede en carne viva? Porque si ponés una y otra vez la mejilla no te quejés después de los golpes. Habrá que generar más anticuerpos, de los conocidos y de los nuevos, usar la imaginación, ser mejores también en eso. Uff… una epopeya.
En cuanto a mi broma, muchos amigos me la han festejado mientras que otros la han llamado una tontería. Ambas cosas deben ser ciertas, porque como dice el chiste, tantas moscas no pueden estar equivocadas. Creo que hasta Alberto Fernández ha debido aclarar que no habría Ministerio de la Venganza. Traducido: no habrá Ministerio de la Venganza por más que muchos argentinos sientan que debería existir, lo que equivale a decir que la broma del Ministerio es un sentimiento a flor de piel, popular, arraigado y representativo de lo que sentimos muchos argentinos hoy: bronca de la buena, mucha bronca que no se calma así nomás, que no se contenta con promesas de paz y amor y de cerrar la grieta, algo que todo sabemos que es imposible. Y es imposible porque aprendimos (una vez más, y espero que para siempre) que ellos se vengan en nosotros a la primera ocasión.
No hay inocencia (quisiera que no la haya) en ninguno de mis planteos. Son caminos que están ahí. En uno de ellos nos internaremos en breve. Si gana la opción nacional y popular, habrá un intento de pacificación, supongo. Si ganan ellos, habrá venganza sobre la venganza. Y no digan que no les avisé. Habría que aprovechar la oportunidad para pensar también si el odio no es más contagioso que el amor y por qué.
Y habrá, además, otra batalla cultural que deberemos dar puertas adentro: ¿Qué haremos con los chetos que traicionaron a la patria, mataron por la espalda y se burlaron de la memoria y de las familias de los marinos del ARA, entre otros horrores? ¿Justicia? ¿Cuál? ¿Sumarlos a la reconstrucción del país? ¿Por qué? ¿Caminarán entre nosotros, enriquecidos hasta el asco, como si no hubiera pasado nada? Aclaro que, de ser necesario, yo puedo compartir un espacio con alguno de ellos, y puedo compartir un proyecto si es lo mejor para la mayoría. Pero no me pidan que olvide lo que son y de dónde vienen. Ni que perdone con la facilidad que ellos no tienen. No dejen que me vengue. Pero no dejen que olvide. Por favor.

4 comentarios:

vodka dijo...

cuando empecé a leer el texto, ese estar hartado es tan tuyo (y tan mio de alguna manera) que no me di cuenta que no era de tu autoria
que venga nomas el ministerio de la venganza.
en todo caso, yo no olvido.

Moscón dijo...

Como que me da odio.
Pero lo escribió antes que yo y es exactamente lo que hubiera escrito, vos sabés, nadie mas inteligente que el que comulga con nuestras ideas.

Frodo dijo...

La Venganza será terrible.
Espero que si esto es El Conde de Montecristo, estemos a punto de rajar de la carcel castillo... la mortaja está servida... nos queda 3/4 de novela

Abrazo Moscon

Moscón dijo...

¿Novela?¡No ve la cagada en que nos metieron!
Tengo la cintura a la miseria de levantar muertos de fiestas ajenas.
No pido ríos de sangre, me conformo con martillarle los dedos acompañado de un "eso no se hace"al garquerío, all inclusive pensión vitalicia en mazmorras cochambrosas con vista al biorsi.