domingo, 21 de octubre de 2012

LA BUENA CIENCIA NO TEME A LA HISTORIA



Es conocido que el darwinismo debe su éxito a ser una proyección del libre mercado a la naturaleza. Más de cien años de estudios evolutivos fueron soslayados para erigir como genio a un subgraduado en teología que desconocía los avanzados trabajos en evolución. Darwin, aristócrata victoriano les dio un justificativo biológico de la existencia de razas superiores a la conservadora sociedad victoriana.
El concepto nada original de selección natural – conocido desde Aristóteles y Empdocles, y acuñado en los trabajos de Wells, Blyth, Mathew, y otros – es una tautología que no tiene ningún valor científico.  Wallace, reconocido como codescubridor de la selección natural, tenía pensamientos muy diferentes en cuanto a política y economía.
El trabajo de Darwin, copiando lo ya conocido en evolucion – de Lamarck, Tremaux, Lyell, Buffon, Saint Hilaire, etc. etc. – y sumando la selección natural ya conocida, no aporta ningun adelanto cientifico y debe su éxito al capitalismo y al libre mercado que lo impusieron como teoría única e intocable.Sin embargo, pese a las pruebas, la visión mercantilista, prima sobre la interpretación honesta de la naturaleza. El mercado dirigiendo las investigaciones y generando ganancias a partir de la ciencia, lleva a que la biología y por consiguiente las industrias farmacéuticas comiencen y promuevan una guerra contra bacterias y virus, instalando un relato en el cual los microorganismo tiene una tendencia natural a agredirnos.
En el mundo actual, (insisto en los paralelismos con la política y la ideología que gestó al darwinismo, que siempre busca señalar un enemigo para autoproclamarse los luchadores de la paz y el orden) existe una guerra contra los microorganismos, siempre hostiles y perjudiciales desde la óptica dominante. En esta guerra desatada a eliminar a las bacterias y virus que, en este escenario, desarrollan continuamente estrategias para atacarnos, parece normal la explosión de comerciales vendiéndonos todo tipo de jabones y desinfectantes que eliminan el 99.9999% de bacterias y virus, para asegurar con ellos que los niños prácticamente estén resguardados estas supuestas amenazas. Las bacterias pueden desarrollar infecciones, sí claro, pero debemos preguntarnos qué significa evolutivamente este estado de infección y no adjudicarle una conducta armamentística imperialista y sajona a los microorganismos. Los competidores, individualistas, profetas del exterminio y continuos propaladores de la explotación de otros, es el mercado, el imperialismo a través de ciertos hombres. De ellos a la naturaleza hay un abismo.
El mercado, aprovecha esa visión guerrerista trasmitida desde la biología secuestrada, para hacer lo que ha hecho siempre: Vender, capitalizar. La tarea desde una honestidad casi ingenua es repasar todos los datos, toda la enorme bibliografía, todos los continuos descubrimientos, y comprender que el darwinismo, no se sostiene ya. Simplemente se repite y se cita y re-cita entre los acérrimos defensores de esta nueva religión que vino a reemplazar al creacionismo.
La compulsiva intromisión de estos productos a la vida cotidiana es resultado de una apreciación errónea de la naturaleza y la sumisión al mercado. Nuevamente, la incomprensión lleva a aplicaciones de las que no podemos predecir sus consecuencias. En el ejemplo citado se puede especular un escenario posible: la resistencia bacteriana aumentará, por esta “selección artificial” de regar antibióticos por todas partes y los niños estarán menos expuestos al contacto necesario con los antígenos que van a dar fortaleza a su sistema inmune.
¿Las armas o las verdaderas funciones de las sustancias antimicrobianas?
Ahora, notemos hasta que punto las aceptaciones históricas de comprender la naturaleza están totalmente sesgadas y cargadas de prejuicio bajo una visión que, atreviéndome a poner un nombre, podríamos llamar imperio-céntrica, que los conocidos antibióticos fueron siempre citados como los prototipos de aquellas “armas” que todos los contrincantes tienen para utilizar en el campo de batalla que es la naturaleza darwiniana. Finalmente, hay investigadores que nos informan que aquellas armas no eran tales. No había armas tan terribles que justifiquen un ataque tan feroz contra las pobres bacterias, ni ellos son nuestros enemigos. Una vez más, todo parecido con la realidad puede ser más que una simple coincidencia.
Investigaciones recientes han llevado a reinterpretar los populares antibióticos, los cuales han comenzado a ser vistos como señales de comunicación entre bacterias y no, como armas letales sintetizadas para exterminar competidores (no considero casual, que estas nuevas formas de comprender los proceso y las resultados provengan de investigadores españoles, es decir, no angloparlantes). La definición de antibióticos de Brock, es la siguiente: “un agente químico capaz de producir daño en otros microorganismos”. Los antibióticos se definen como tales a partir de una observación en el laboratorio en que a ciertas concentraciones pueden inhibir el crecimiento de otro microorganismo. Pero a bajas concentraciones, es decir a concentraciones halladas naturalmente en el ambiente donde vive el microorganismo productor dado que, los principales efectos se observan el metabolismo general, cambiando los patrones de transcripción de una manera dosis dependiente  (Shen y col., Martinez y col.) Este fenómeno de diferentes actividades según la concentración se ha denominado hormesis. Y este mecanismo regulatorio se observa tanto en la población productora como en el microorganismo señalado como blanco (el antibiótico como arma), dado que esta seria la función primordial. Como toda sustancia, el exceso puede provocar efectos tóxicos, de ahí que fuesen llamados antibióticos, estas moléculas cuando esto es solo una descripción parcial de su bioactividad.
El caso es que los antibióticos, producidos en condiciones normales, en la naturaleza, por microorganismos que están en un estado similar a lo que en el laboratorio se llama fase estacionaria, e incluso en condiciones denominadas de “stress”, tienen una función de señal y aquellos genes relacionados a la resistencia, son entonces genes que se activan para producir proteínas que extruyen el “antibiótico”. Aquellas moléculas, enzimas, sintetizadas en genes de resistencia, tienen primordialmente una función metabólica, como fosforilar precursores del “antibiótico”.
Pero el uso de antibióticos como armas de destrucción, que es como la usa el hombre y NO los microorganismos, genera una selección, artificial, y el desequilibrio generado provoca la movilización de genes que pueden ser adquiridos por cepas que produzcan el antibiótico o no, pero cambiando el contexto bioquímico, metabólico y regulatorio en donde se desconoce las respuestas posibles en esas condiciones. Y es en este punto donde nuevamente nos encontramos con esta constante: la manipulación de lo que no se conoce y, peor aún, la mal interpretación de lo poco que se conoce, genera consecuencias impredecibles.
El agotamiento del bioma
Para llegar a comprender esta situación en la que el mercado esté dirigiendo qué es producto necesario y de qué es necesario defenderse, imponiéndose en una sociedad que ignora los trasfondos, que no puede tomar las distancia y los conocimientos necesarios para tener una posición crítica del fenómeno, tenemos que remontarnos a nuestro lugar en la biosfera, en la naturaleza, en ese gran planeta vivo construido por etapas de integración, desde los organismos más antiguos a los más modernos, y que conviven en una red integrada en sistemas dentro de sistemas. Y en esa red de la vida, nuestro lugar como primate, comenzó a salirse de aquel equilibrio que puede ser considerado como el lugar inicial del ser humano.
En términos de tiempos geológicos, la aparición del hombre es muy reciente, y mas reciente aun es su establecimiento en ciudades, cada vez más pobladas, y sumado a ello el proceso de industrialización. La dieta principal de un primate silvestre es de bajas calorías pero de óptima nutrición (frutas y verduras, principalmente) y dado nuestro lugar en la naturaleza como primate “superior” nos fuimos alejando de nuestra condición natural, para dar lugar a cambios en comportamiento y dieta a lo largo de la evolución social del hombre y la industrialización de la sociedad en que está inmerso.
Hoy por hoy el concepto de sano y normal son muy diferentes al de aquel primate que fuimos, dado que nuestro cuerpo opera fuera de los indicadores fisiológicos que lo constituyeron y estructuraron a los largo de miles de años. Nuestro valor normal de 90 mg/dl promedio de glucosa en sangre es diferente al 50 mg/dl de nuestro parientes mas cercanos, por ejemplo, y sumado a los cambios en la dieta a lo largo del tiempo, también debemos agregar que la industrialización trajo consigo la proliferación de numerosos alimentos bastante alejadas de nuestra dieta primitiva. El primate que quedo alla lejos en el tiempo producía mayor cantidad de somatotropina al “trabajar” en la búsqueda de alimento, hecho que le demandaba una actividad física constante,
El cuerpo humano es el resultado de la integración de su estructura definida en su genoma y de la convivencia con millones de microorganismos a lo largo de miles de años. Estos microorganismos asociados, constituyen el microbioma humano.  Pero así como un cierto numero de parámetros fisiológicos, aquel microbioma humano que construyó al ser humano, fue gradualmente atacado, dada la interpretación darwinista de cualquier organismo como un individuo que lucha por su propia existencia y no como el resultado, observable, palpable, de que el hecho de que exista es debido a un complejo proceso de integración y convivencia con los constituyentes del ecosistema que lo rodea, lo conforma y define.
Los humanos no evolucionamos como una sola especie, sino que los seres humanos y los microbiomas asociados con nosotros han evolucionado como un “superorganismo”, y nuestra evolución como especie y la evolución de nuestros asociados microbiomas siempre han estado entrelazados
Es conocido que animales gnotobióticos (libre de microorganismos) separados de su microbioma asociado produce un sistema inmunológico poco desarrollado que es una mera sombra de su contraparte natural y no es posible que se alcance un intestino maduro. El intestino humano es el resultado de la estructura humana y los organismos de la flora asociada. Igualmente astronautas que reciben durante cierto tiempo un a dieta irradiada, presentan alteraciones en su microbiota que resultan en una perturbación en su sistema inmunológico.
El sistema inmunológico, y todo el organismo en general, ha sido construido en base a una integración y asociación con microorganismos y con helmintos, de manera  que puede interpretarse al sistema inmunológico como una interfaz con organismos simbióticos más que con una defensa contra invasores. Esta integración es observada en todos los animales, pero solo el hombre fue separándose de su asociación con parte de su bioma.
Es relativamente reciente la incorporación en el comportamiento del ser humano el uso de agua corriente, la medicina moderna, y el establecimiento en ambientes cada mes más asépticos. Al separarse de parte de su contraparte simbionte el organismo humano fue enfrentando alteraciones permanentes en su sistema inmunológico, resultando en la era post-industrial en un aumento constante de enfermedades autoinmunes, alergias e inflamaciones intestinales.
La hipótesis de la higiene o hipótesis del agotamiento del bioma describe el impacto en la salud del ser humano que tuvo y tiene nuestra continua separación de nuestros organismos asociados. Una vez separados de aquel primate en equilibrio con su ambiente, la aplicación de distintas terapias medicas para solucionar alguna enfermedad específica y el desarrollo tecnológico que ahora damos por normal y necesario, llevó al ser humano a una situación de hipersensibilidad e hiperreactividad del sistema inmunológico.
La utilización de drogas inmunosupresoras viene a complementar la pérdida de nuestros socios helmintos que actuaban como inmunosupresores, y la utilización actual de alimentos funcionales y probióticos permiten restablecer un equilibrio perdido fruto del mismo autoagresión a lo largo de años de la visión competitiva e individualista de la ciencia darwinista.
Una vez roto aquel equilibrio, la ciencia ahora recurre, aun sin perder su visión darwiniana, a tratar de resolver el daño que provocó. William Parker, inmunólogo de Duke University, USA, aclara: Es difícil imaginar que vamos  ser capaces de restaurar el sistema inmune a la normalidad con un fármaco que se dirige a un engranaje en el aparato inmunológico, cuando todo e aparato está fuera de sincronía con su naturaleza. Esto equivale a tratar a una viuda abatida con un ungüento que contiene la forma recombinante expresando el complejo MHC II del compañero ausente. Productos farmacéuticos no pueden recapitular efectivamente la biología obtenida por cientos de millones de años”. Agrego: millones de años de integración.
El agotamiento del bioma ha dejado un sistema inmune hiperreactivo, y el tratamiento con helmintos y organismos considerados tradicionalmente como parásitos está dando resultados en enfermedades como la fiebre del heno, la enfermedad de Crohn y la esclerosis múltiple. La asociación con nuestro bioma influyó en el desarrollo de todo el organismo, incluyendo el cerebro, y se entrelaza con el sistema inmunológico de una manera compleja que solo podrá comenzarse a entender con una visión integradora, holística, en contraposición a la visón competitiva e individualista que llevó a esta situación. La asociación del autismo y la inflamación por ejemplo, apuntan a  la teoría del agotamiento del bioma.
Todo esto nos lleva a reflexionar sobre los abusos y la compulsiva necesidad de promover la venta de sustancias antimicrobianas en la ficticia batalla contra los microorganismos. Muchos científicos están comprendiendo que la visión darwiniana debe ser dejada de lado para empezar a solucionar los problemas que esta cosmovisión nos trajo y para ello un nuevo paradigma es necesario, uno que comprenda que los organismos que componemos la biósfera estamos estrechamente relacionados y la complejidad reside en la continua asociación y autoorganización de la vida.

8 comentarios:

Javier dijo...

Porque deberia temerle si la ciencia utiliza la historia para explicar el presente. El punto es que la teoria de la evvolucion es la unica que s ebasa en fundamentos cientificos , otros preferioeren el cuentito de las divinidades

Pero que tiene que ver eso con las bacterias que seguramente evolucionan como el resto de los seres vivos ?

Moscón dijo...

Javier:
Darwin desarrolla su teoría como consecuencia de su pensamiento malthusiano,carece de rigor científico.
El mismo lo explica en su "obra".

roberto dijo...

Hola Moscón, los científicos carecen de sentimientos, son fríos de alma.
Sus "creaciones" no son más que egocentrismo.

Saludos de un "no" científico, y no por éso rechazo algunos adelantos que sí, significan una mejor calidad de vida.

Moscón dijo...

Roberto:
No te creas,conozco varios con almas bastante calentitas y muy despojados se si mismo.

Luis Quijote dijo...

Uhhh, esto tiene muchas palabras y nosotro' los vruto' solo leemo' do' rrenglone.
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En serio: Los "profesionales" suelen estar -mayoritariamente- seguros de sus conocimientos y no aceptan otro punto de vista.
Los meteorólogos -por citar un ejemplo- aseguran que va a llover y no hacen un "mea culpa" cuando el sol brilla fuerte.
Las excepciones son pocas.

Juan Verdaguer decía:
- Tengo un médico excelente. No como esos médicos que a uno lo tratan del corazón y uno se muere del hígado. Éste, cuando a uno lo trata del corazón, uno se muere del corazón.

Moscón dijo...

Luis:
Si a los meteorólogos le corresponde un mea culpa,a muchos médicos le corresponde un cago culpa.
La medicina en tanto sea ciencia no puede regirse por dogmas.
Creo que al médico habría que pagarle como en la antigua China,solamente si te curan.

Luis Quijote dijo...

Interesante propuesta la del último párrafo, Moscón.

Anónimo dijo...

Que sorpresa encontrarme con mi articulo en este blog. Corrijo solamente la fuente, mi blog y pagina personal es esalvucci.wordpress.com.
Saludos