Los médicos que atienden pacientes con enfermedades autoinmunes como lupus o artritis reumatoidea enfrentan a diario un problema: identificar la causa de la fiebre en estas personas, ya que el aumento de la temperatura puede estar ligado tanto a una agudización de la enfermedad como a una infección. El dilema es que el síntoma es el mismo pero el tratamiento no. Esta incógnita les hace perder un tiempo valioso en la búsqueda de datos que revelen la causa y muchas veces también equivocar el camino.
Preocupados por esta situación un grupo de profesionales del Hospital Centenario y la Universidad Nacional de Rosario (UNR) decidió investigar a fondo. El resultado fue un estudio que recibió varios premios en el III Congreso Internacional de Clínica Médica y Medicina Interna 2015: al mejor trabajo en la categoría Reumatología, al de mayor interés pedagógico y al de mayor interés metodológico. Finalmente fue seleccionado como el mejor trabajo científico de todo el congreso.
Lo más importante es que gracias a esa revelación muchos pacientes ya empezaron a recibir los beneficios, y no sólo los que se atienden en el Centenario sino también en distintos hospitales y sanatorios ya que la difusión en el congreso fue muy bien recibida entre los colegas de toda la Argentina y otros lugares del mundo que se enfrentan al mismo inconveniente.
El logro pertenece al equipo integrado por Francisco Consiglio, Roberto Parodi, Mariana Lagrutta, Cecilia Demaría y Alcides Greca, del servicio de Clínica Médica del Hospital Centenario y de la 1ª cátedra de Clínica Médica y Terapéutica de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNR. La investigación fue seleccionada entre 1.400 trabajos científicos de autores nacionales e internacionales y es la primera vez que este reconocimiento recae en un “paper” elaborado en Rosario.
El trabajo, cuyo título es Utilidad de la procalcitonina como biomarcador en pacientes con enfermedades autoinmunes y sospecha de infección, llevó dos años e implicó el seguimiento de 30 casos clínicos. ¿Qué es la procalcitonina y por qué es clave para hacer un diagnóstico correcto y brindar el tratamiento adecuado? Los doctores Consiglio y Parodi lo explican en una charla con Más: “Es un marcador de infección muy útil en situaciones donde resulta dificultoso distinguir la presencia de una infección de otras causas, como ocurre a menudo en personas con enfermedades autoinmunes. Lo que nosotros hicimos fue medirlo en estos pacientes y observamos que cuando hay infecciones se eleva, pero cuando se trata de un paciente con una exacerbación propia de la enfermedad el marcador se mantiene estable”.
Si bien es un dato sumamente valioso no es el único que permite llegar al verdadero diagnóstico: “Ante una persona con enfermedad autoinmune que llega con fiebre, y muchas veces debe permanecer internada, hacemos una evaluación que incluye imágenes (radiografías, tomografías), hemograma, examen clínico, cultivos y actualmente, a partir de los resultados del estudio, le sumamos la determinación de la procalcitonina. Esto nos permite llega a la causa de una manera más precisa”, detallan.
Defensas.
Defensas.
Las personas con enfermedades como el lupus, la artritis reumatoidea, vasculitis y algunos síndromes mucho menos frecuentes, tienen un mal funcionamiento de su sistema de defensas. Normalmente ese sistema defensivo está diseñado para atacar aquello que es extraño al organismo pero en las enfermedades autoinmunes termina dañando órganos del propio cuerpo.
Para mejorar su calidad de vida se indica un tratamiento que consiste en frenar el sistema de defensas defectuoso con medicamentos que lo inhiben. El problema es que como consecuencia de los fármacos las defensas bajan y el paciente queda más expuesto a infecciones como por ejemplo neumonías, lesiones de la piel, urinarias o de la sangre.
La fiebre es más frecuente en estas personas que en la población común. Ahora, ¿cómo saber si la temperatura elevada es consecuencia de un proceso infeccioso o de una crisis de la propia enfermedad inflamatoria? “De allí que los resultados que arrojó el estudio sean tan relevantes”, señala Consiglio, y agrega: “En ocasiones le dábamos al paciente antibióticos para cubrirlo en el caso de que sea una infección, pero si no los necesita no tiene sentido porque estamos sumando toxicidad sin ningún beneficio. Por el contrario, podíamos no indicar ciertos fármacos cuando en rigor el paciente los precisaba”.
En el Hospital Centenario, por ser un centro de alta complejidad y recibir derivación de varias regiones aledañas, se atiende a una gran cantidad de personas con estas enfermedades que conllevan tratamientos de por vida y que tienen complicaciones con cierta frecuencia. El seguimiento médico es clave para tener una buena calidad de vida, al igual que el cumplimiento de las terapias por parte de los pacientes. Además, como todas las enfermedades poco frecuentes, llegar al diagnóstico no es fácil. Muchos hombres y mujeres deambulan años por el consultorio de distintos especialistas en busca de un nombre para su padecimiento, y un tratamiento. Por eso, Roberto Parodi repasa los síntomas más comunes para advertir a la población: “Dolores articulares, decaimiento, pérdida del apetito, fiebre, lesiones cutáneas pueden ser producto de una enfermedad autoinmune, por eso, debe consultarse a un médico clínico o reumatólogo ante estos síntomas. Y hay que saber que quienes tienen antecedentes familiares son más propensos a padecerlas”.
"Con tratamiento, muchas veces pueden llevar una vida normal. Nuestro compromiso es seguir trabajando en investigación científica —parte constitutiva de la Universidad y en un hospital público— para ofrecer respuestas a nuestros pacientes”, señalan.
Los médicos agregan que el hospital público cuenta con la aparatología, reactivos y fármacos necesarios para tratar a los pacientes.
Cabe destacar, además, que los autores de este trabajo no recibieron ninguna clase de financiamiento para realizarlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario